Que nuestros regalos no se midan por su precio, sino por su valor.
Escribir es desnudar el alma. Escribir es darse por entero. Es transmitir… es por ello que, como escritora, supone un honor inmenso, tener la ocasión de dirigirme a los lectores de esta revista, precisamente hoy. Porque hoy es el día de la ilusión y la esperanza. Hoy es el día en que todos hemos desempolvado algunos de los recuerdos que habían quedado dormidos con nuestra niñez y, al abrir el baúl, nos ha cegado su brillo… transportándonos a aquellos momentos de felicidad que nos embriagamos al abrir un paquete, al ver las caras pendientes de nuestra reacción al coger los regalos… recuerdos de tensión para dormir pronto, aunque alertas por si un esperado ruido nos avisaba de su llegada, los recipientes con agua que dejábamos en la ventana para que bebieran los camellos…
Todos hemos sido niños y, aunque la ilusión no sea solo patrimonio de la infancia, no deja de ser cierto que, mirando con los ojos del corazón siempre podremos ver más allá… y la inocencia de la infancia aún hoy nos da lecciones. Y nos las seguirá dando mientras vivamos.
Pero resulta que un día crecemos y cambia nuestra actitud ante la vida. Recuerdo aquel día en que escuché la verdadera historia de los Reyes Magos y, en realidad, me gustó más de lo que imaginé… ¿Qué nos pueden transmitir tres hombres, tres astrólogos que buscaban una estrella? Mucho… paz, amor, amistad, lealtad… ¿Quién no ha buscado una estrella en su vida? Una estrella de esas que parpadean en la oquedad del cielo, que su brillo nos traspasa y nos hace temblar… una estrella que marque un camino a seguir, un lugar que encontrar.
Sabemos que los Reyes Magos llevaron oro, incienso y mirra a José y María para felicitarles por el nacimiento de su hijo, Jesús. ¿Cómo surgió esta bonita historia? ¿Existieron? ¡¡Sí!!. La historia de la religión católica nos cuenta, en particular el Evangelio de San Mateo que se nos traslada la llegada de unos magos, pero ni que fuesen tres, ni siquiera que fuesen reyes. Por lo tanto, intentamos sucumbir al misterio, y buscamos en la leyenda… o en la historia.
En la Biblioteca Nacional de España (BNC), y, más precisamente, en el Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros, se guardan valiosas piezas y, entre ellas, el ‘Auto de los Reyes Magos’. A través de los documentos, podemos descubrir que, durante la Edad Media se forjó la leyenda tal como la conocemos en la actualidad y cuando fueron llamados ‘Reyes’ por primera vez.
En los documentos se habla de Melchor, Gaspar y Baltasar. Son tres astrólogos que estudiaban la creación de una nueva estrella y al significado que podía tener, sin duda alguna, esta estrella anunciaba algo. Los mejores regalos que se le podían hacer a alguien que llega, a alguien que vuelve… si fuera un rey en la tierra, querría oro. Si fuera rey en el cielo, querría mirar. Pero si no fuera rey… se esfumaría, en el viento, como el incienso.
El documento que nos transmite esta maravillosa historia data del siglo XIII, andaba oculto y perdido entre archivos cuando Felipe Fernández Vallejo, canónigo de la catedral de Toledo, lo descubre en el siglo XVIII.
Es por ello, que la historia relatada, independiente de mostrar más subjetividad, no deja de sorprendernos y conmoveros. Como los versos de una mujer, que entrelazan historia y realidad. Me refiero a unos versos de Gloria Fuertes que se convirtieron en villancico, como tantos que hemos cantado en estos días. Versos que susurran así:
“Ya está el niño en el portal
que nació en la portería.
San José tiene taller,
y es la portera María.
Vengan sabios y doctores
a consultarle sus dudas:
el niño sabelotodo
y está esperando en la cuna.
Dice que pecado
es hablar mal de los vecinos;
y que pecado no es
besarse por los caminos.
Que se acerquen los pastores
que me divierten un rato;
que se acerquen los humildes;
que se alejen los beatos.
Que venga la Magdalena;
que venga San Agustín;
que esperen los Reyes Magos
que les tengo que escribir».
Maravilloso, sin duda alguna, tener un día en que la tradición, la leyenda, la historia y la poesía, se unan a la ilusión.
Día para la ilusión, día para volver a la niñez y envolverse de sentimientos y sensaciones que se esfumaron con las alas de la inocencia. Que en un día como hoy, sepamos regalar cosas con valor no con precio. Antes que regalar un reloj, regalamos tiempo; antes que regalar un pañuelo, regalamos lealtad; antes que regalar una pulsera, regalamos amistad; antes que regalar una chaqueta, sepamos regalar amor.
Mari Ángeles Solís del Río @mangelessolis1
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