por Iván Reguera
Cuando acabas de ver el documental Steve Bannon, el gran manipulador, que acaba de llegar a nuestros cines, te preguntas cómo una persona tan gris y triste puede ser también tan influyente para mal, para hacer que este mundo sea todavía más oscuro y perverso. Populista, machista y xenófobo, Bannon no ha acicalado ni maquillado su vida para el documental de Alison Klayman y aparece en pantalla como un infeliz, con aspecto deslavado, sucio, vistiendo siempre dos camisas mal conjuntadas, con el pelo desaliñado, obeso y bebiendo refrescos energéticos a todas horas.
Antiguo banquero de inversiones en Goldman Sachs, dueño de parte de los derechos de la serie Seinfeld, productor de cine y ex consejero presidencial y estratega jefe del equipo Donald Trump, Bannon, a sus 65, es y hoy gurú de los nuevos movimientos de ultraderecha. Empezó con los de Estados Unidos y ahora va a por los de Europa, su gran objetivo actual. Y en todo el documental a Bannon se le ve solo, no se lleva bien con sus familiares, sus empleados… No vemos momento íntimo y humano alguno en toda la película, que abarca dos años de su vida en despachos, restaurantes, mítines, hoteles y aviones. Bannon es un hombre solitario que carece de momentos íntimos en su vida, dedicada plenamente a su ambición.
Ver a Bannon solo y conspirando con sus dos teléfonos en una oscura habitación en una ciudad como Venecia no da rabia, da pena. Aunque en realidad nos debería aterrorizar. El documental lo sigue hasta los preparativos de las Elecciones al Parlamento Europeo de 2019 y todo tras la manifestación de los supremacistas blancos en Charlottesville que se saldó con la muerte de la joven Heather Heyery. El suceso obligó a Trump a hacer que Bannon dejase su cargo, que abandonó una semana después. Y nada más dejarlo comenzó su campaña para unir a diferentes movimientos racistas, supremacistas y de extrema derecha en todo el planeta.
El documental de Alison Klayman (que se dio a conocer con una película sobre el artista y activista chino Ai Weiwei) nos informa sobre el proyecto de Bannon tras dejar la Casa Blanca y al que llama “El Movimiento”. En resumen: instaurar un sistema político cristiano y conservador con la inmigración, su chivo expiatorio, como el gran enemigo a derrotar.
Bannon se mueve en lo que él (y el propio Trump) llama “nacionalismo económico” y no se sonroja en definir su causa como “populista”. Su gran enemigo, además de los demócratas y los inmigrantes, es Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo y dueño de Amazon y de su odiado The Washington Post. Igual que Vox, Bannon no se corta un pelo al señalar, censurar y ningunear a la prensa oficial y “progre” que lo ataca.
Steve Bannon, el gran manipulador arranca en Auschwitz, con este turbio individuo explicando lo fascinante que es que decenas de funcionarios, ingenieros, arquitectos y empresarios diseñaran un lugar con “esa perfección alemana para el asesinato en masas”. Desconoce Bannon todo lo que se improvisó en Auschwitz y sus chapuzas, ¿pero qué se puede esperar de un gilipollas que admira a la propagandista nazi Leni Riefenstahl, un tipo que se ha presentado sin sonrojo alguno como “el Riefenstahl del Partido Republicano”?
De hecho, en su domicilio podemos ver un ejemplar de La llegada del Tercer Reich de Richard J. Evans, libro que habla con rigurosidad sobre la construcción del Estado nazi. Igual que los nazis en su tempo, Bannon se dio cuenta, y le salió rentable, del poder de la radio. Hoy, frente a las redes sociales, la radio es de la derecha. En las ondas está el odio. El propio Bannon maneja un mantra que podría valer para Jiménez Losantos o la caterva mediática de Vox: “El odio y la ira son motivadores”.
Y no sé quién verá este documental en salas o en Filmin, pero es una buena herramienta para los que se dedican a hacer información política. Porque igual que Vox, Bannon se dio cuenta enseguida del poder de los medios. En concreto del poder de ser el malo de la película, el tipo al que todo el mundo quiere odiar… hasta que descubres que no todo el mundo te odia y que los que admiran tus “verdades que nadie dice” son millones. En nuestro caso el resultado son 24 diputado de ultraderecha en el Cogreso.
Creemos que una barbaridad, un exabrupto, una burrada nacionalista, racista, machista y homófoba va en contra de un político, pero nos confundimos. Es un altavoz para gente que escucha esa basura y comulga con ella pero en su entorno lo oculta o maquilla. Y esa gente vota. En masa. Cadenas como La Sexta son el ejemplo de la absurda publicidad que han regalado a la ultraderecha. Horas, días de emisión gratis, sin que hayan tenido que pagar un solo euro.
Desgraciadamente, este documental acaba haciendo lo mismo: seguir el juego a un pájaro que debería ser obviado, negado, borrado de la agenda mediática. Lo ha escrito bien Nando Salvà: “El documental contribuye a la leyenda de Bannon, deja que el personaje se presente al público según sus propios términos, eleva sus maniobras políticas a la categoría de verdaderas ideas -y a él mismo a la de intelectual- y da por hecho que cada uno de sus movimientos es merecedor de nuestra atención. Dicho de otro modo, seguramente Bannon está encantado con él”.
Y cuidado con Bannon porque va a por Europa y la quiere dinamitar. Su objetivo es entrar en el sistema para pulverizarlo. Su gran reto, y tiene mucho dinero para lograrlo, ha sido el de unir un movimiento que unifique a los partidos ultras en Europa de cara a las próximas elecciones europeas del 26 de mayo.
Lo peor: el trabajo de Alison Klayman tiene buena intención, pero no mucho cine y cae en lo que busca Bannon. Es decir: que hablen de él aunque sea para mal, que cuenten con él como pieza en el tablero.
Lo mejor: la tensísima entrevista con un (gran) periodista que se enfrenta a Bannon y a su traductor.
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