Verónica Forqué y la salud mental: del duelo a la deuda colectiva

«Si algo sabe hacer bien nuestro país es llorar sobre la leche derramada, lamentar cuando ya no hay solución, ensalzar con toda suerte de elogios cuando el concernido ya no puede escucharnos»


 


Ha muerto Veronica Forqué. Una mujer cuya raza de actriz traspasó la pantalla como un huracán y le valió el reconocimiento y el crédito artístico que hoy se reivindica.

Así las cosas, si algo sabe hacer bien nuestro país es llorar sobre la leche derramada, lamentar cuando ya no hay solución, ensalzar con toda suerte de elogios cuando el concernido ya no puede escucharnos.

Verónica Forqué ha sido objeto de odio y amor con tan solo unas semanas de diferencia. Y lo ha sido porque nuestra educación emocional sigue necesitando progresar, porque nuestra empatía colectiva, muchas veces sostenida con cañas y barro, se ha visto supeditada al tribunal sentenciador de las redes, que tan pronto te encumbra como te despedaza.

«Es más fácil exponer a una persona para ser ridiculizada, que perder seguidores e invitarla a ponerse en manos de profesionales que la puedan ayudar»

El problema, no obstante, nada tiene que ver con nuestra irremediable capacidad para el escarnio, sino con nuestra ignorancia manifiesta para reconocer, en todos los sentidos, a una persona que atraviesa un problema relacionado con la salud mental.

Y no, no hace falta ser psicólogo para reconocer a una persona con una tristeza permanente, con ansiedad, irritabilidad, sensación de impotencia… porque todos esos elementos significan a las claras que alguien atraviesa una problemática y que necesita ayuda. Digo bien, ayuda, y no un tribunal sentenciador público que establezca, a golpe de tweet ingenioso, cuál es la conducta normativa de la que nadie debe escapar.

Hace unas semanas, Íñigo Errejón puso en el foco del debate democrático que nuestro sistema sanitario necesitaba más psicólogos, que hacía falta reaccionar frente a la ola de tristeza en la que muchas personas se ahogaban; y algunos, le dijeron que ese debate no era relevante.

Un dato: el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España; de hecho, hay más suicidios que muertes en las carreteras. Otro dato: el consumo de ansiolíticos en 2020 fue el más alto de la última década. Y un último dato: El número de personas que sufrieron cuadros de depresión o ansiedad en España aumentó entre un 25% y un 30% el año pasado.

En este circo ha participado mucha gente: “Todo lo que provocas ojalá te lo devuelva alguna vez la vida”, “dictadora”, “nadie te quiere”, “odiosa”…. fueron algunas de las sentencias del tribunal de las redes en su paso por Masterchef

Sí, las cifras son demoledoras, y muchas veces nuestra incapacidad para asumir esta realidad se revela inversamente proporcional a su empeoramiento. Por eso, hubo quienes se aprovecharon televisivamente de Forqué en su última etapa, quienes promocionaron sus salidas de tono, sus momentos de irritabilidad, sus estridencias y gritos. Porque es más fácil exponer a una persona para ser ridiculizada, que perder seguidores e invitarla a ponerse en manos de profesionales que la puedan ayudar.

«No hace falta ser psicólogo para reconocer a una persona con una tristeza permanente, con ansiedad, irritabilidad, sensación de impotencia… porque todos esos elementos significan a las claras que alguien atraviesa una problemática y que necesita ayuda»

Y en este circo ha participado mucha gente: “Es inaguantable”, “todo lo que provocas ojalá te lo devuelva alguna vez la vida”, “dictadora”, “nadie te quiere”, “odiosa”. Estas fueron algunas de las sentencias del tribunal de las redes en su paso por Masterchef. Ni empatía, ni sororidad, ni comprensión, ni nada de nada. Frente al problema salud mental, entre la ayuda o el señalamiento, se optó por lo segundo.

Y hoy, sin haber podido ayudar a Veronica Forqué, lamentamos su muerte y hacemos examen de conciencia como sociedad, pero llegamos tarde. Sí, es tarde para ella, pero no para muchos otros que, como Verónica, viven ahora en la angustia y la desazón. Por todos ellos, por quienes más nos necesitan, cultivemos la empatía, el respeto y el reconocimiento. Construyamos juntos una sociedad deje de acusar al unísono, y que pase a escuchar y acompañar.

París, 14 de diciembre de 2021.


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