Un boletín cultural desvela la reciente historia de la ‘Cruz de las Pizarrillas’ de Galaroza

por Antonio Fernández Tristancho.

La investigación revela documentos del archivo municipal y recuerda el significado de este rincón simbólico del patrimonio cachonero.

El patrimonio de un pueblo es, para sus habitantes, uno de los pilares de su identidad. Su rescate, divulgación y puesta en valor es una de las tareas más nobles a las que se pueden dedicar vecinos, asociaciones e instituciones. La Asociación Cultural Lieva lleva muchos años haciendo esta labor en Galaroza y la comarca serrana, con iniciativas como el Boletín de Archivos y Documentos Cachoneros. Su último número es el primero que realiza uno de sus colaboradores más activos, Jesús Sánchez, graduado en Historia del Arte, y que ya ha aportado a Galaroza y a Navahermosa trabajos muy interesantes, como sus fotografías, investigaciones o colaboraciones en actos como el homenaje a Marcelino Moya.

También es el primer boletín que realiza la entidad con motivo de las Jornadas de Patrimonio de la Comarca de la Sierra, que se celebrarán en Galaroza en marzo de 2018. Lo hacen para concienciar de su importancia y para unir a todos los cachoneros. Este número lo protagoniza una joya del patrimonio local, la Cruz de Las Pizarrillas, rincón querido por todos, que representa un antiguo humilladero medieval.

El origen de la palabra ‘humilladero’ proviene del latín y hace referencia a “humilde” o “humildad”, de tal modo, también hace alusión a la acción de postrarse o inclinar la cabeza en señal de sumisión. El punto de inicio de estas construcciones se puede situar en la prehistoria pero es en época romana cuando claramente se comienzan a construir edificaciones como aras protectoras a lo largo de las calzadas romanas. También los griegos construyeron simples altares dedicados a las antiguas divinidades, y una vez olvidadas, fueron cristianizándose estos lugares de culto.

Como elemento físico, se entiende el humilladero como un monumento exento, un lugar devoto que suele haber a las entradas o salidas de los pueblos, así como en la linde de los caminos. Estos monumentos suelen tener forma de templete, pilar con inscripciones conmemorativas, cruces o pequeñas imágenes.

El monumento de ‘Las Pizarrillas’ en Galaroza, podría enmarcarse entre los humilladeros de tipo crucero y se ubica en la que fue una de las entradas al municipio, junto a la conocida zona de Venecia. Se trata de una cruz de mármol sobre pilar, cuyo origen se sitúa en las repoblaciones cristianas del siglo XIII.

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El boletín menciona una serie de acontecimientos ocurridos en los años 30 del siglo pasado y que aclaran que el monumento actual es de nueva construcción, concretamente del año 1943. Así lo corrobora la fuerza de los documentos y la hemeroteca.

La noticia pudo leerse en el diario ABC y otros de la época, pero lo relevante a efectos archivísticos es un documento hallado en el archivo municipal y fechado el 20 de junio del año 1932. Según se cuenta, la cruz de ‘Las Pizarrillas’ sufrió una agresión tras la que más de una treintena de “señoras católicas de Galaroza, con todo respeto, pero también con la máxima energía, y heridas en sus más íntimos y acendrados sentimientos religiosos”, interpondrían una denuncia formal en el Ayuntamiento, “por los hechos vandálicos realizados en la pasada madrugada al derribar la Santa Cruz llamada de las ‘Pizarrillas’”.

Las denunciantes consideran los sucesos como un “hecho verdaderamente criminal al que no ha faltado ni la agravante de nocturnidad ni cobardía y que atenta primeramente contra los sentimientos religiosos contra la cultura y civilización y contra el arte y buen gusto”. Finalmente, reclaman al Consistorio “que en el ejercicio de su autoridad, despliegue el máximo celo en averiguar a los autores e imponer una justa sanción”.

En la investigación histórica que ha realizado Sánchez ha sido fundamental encontrar una fotografía en el Archivo Histórico de la Asociación Lieva en la que se muestra el Rincón de las Pizarrillas sin la cruz, y que probablemente date de aquellos momentos. La foto pertenece al fondo donado por Emilio R. Beneyto.

Actualmente, este lugar significativo del pueblo, se ha convertido en un punto sociocultural al celebrarse aquí las populares Cruces de Mayo.

La Asociación Cultural Lieva es uno de los pilares organizadores de las próximas Jornadas del Patrimonio de la Sierra, siendo su papel de coordinador de temáticas, ponencias, exposiciones y contenidos, y con este boletín quiere sumar aún más iniciativas, como la de la sensibilización hacia el patrimonio local a través de su difusión.

Con esta nueva iniciativa, se contribuye a dinamizar el ambiente pre-jornadas, que se espera entre en ebullición durante el mes de febrero y marzo en diversos ámbitos.

Antonio F. Tristancho es un comunicador rural. Conoce cada palmo de La Sierra y lo refleja en sus reportajes y crónicas, plagadas de recuerdos y emociones. Abogado, asesor, gestor cultural, periodista, community manager y experto en turismo, entre otras experiencias, se considera, ante todo, un serrano que siempre tiene presente a su comarca y a sus gentes.
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