Santa Sofía, un monumento sometido a los vaivenes de la religión

Santa Sofía

A pesar de que fue declarada en 1934 un museo y un símbolo de la convivencia entre religiones, Santa Sofía, situada en Estambul (Turquía) parece volver a sus orígenes.

Primero fue una basílica, después una mezquita y, con el tiempo, pasó a ser un museo. Ahora, el Tribunal de Turquía ha fallado que la estructura vuelva a ser un lugar de culto: una mezquita.

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Esta decisión, celebrada por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y que aflige profundamente al papa Francisco, levanta polémicas, no solo entre griegos y turcos, sino también a nivel internacional, ya que queda poco claro cuál será el destino de este monumento declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

SUPERVIVENCIA Y TRANSFORMACIONES 

La edificación de estilo bizantino que vemos actualmente en la ciudad de Estambul es, en realidad, la tercera Santa Sofía levantada en el mismo lugar. Los dos monumentos anteriores fueron destruidos por incendios, uno, en 404 y otro, en 532.

El emperador Justiniano I ordenó reconstruir la estructura y no tardó en convertirse en un símbolo de Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino (o imperio romano de Oriente).

Además de su lujosa decoración y ornamentación, era la sede del patriarca ortodoxo y, además, testigo de las ceremonias imperiales.

Lejos de la creencia de muchos de que el templo esta dedicado a una santa llamada Sofía, lo cierto es que su nombre viene dado por el origen griego del nombre “Sofía”, que es “sabiduría”, por lo que viene a hacer referencia a la Santa Sabiduría de dios.

Actualmente, 1453 sigue siendo un año marcado por la tragedia para los griegos. Durante este periodo, el Imperio Otomano se hizo con la ciudad de Constantinopla y la rebautizó como “Estambul”.

El sultám Mehmed II transformó todo, incluida Santa Sofía, que pasó a ser una mezquita. Los otomanos quitaron cualquier decoración ortodoxa y llenaron la estructura de capiteles y minaretes. De esta manera, fue la principal mezquita de la ciudad, hasta la llegada de la mezquita Azul.

Después de la Primera Guerra Mundial, nació el Estado moderno de Turquía y su fundador, Mustafá Kemal Ataturk, ordenó que Santa Sofía se convirtiera en un museo.

Desde ese momento, el monumento se ha convertido en una de las atracciones turísticas más visitadas de Turquía e, incluso, se ha abierto paso en el mundo del cine, apareciendo en numerosas películas como Desde Rusia con amorArgo o Skyfall.

RETROCESO 

Después de décadas de cierta tranquilidad, Santa Sofía vuelve a estar en el ojo del huracán. Grupos islamistas devotos han defendido durante años que el estatus de museo minaba el poder de Turquía, por lo que han realizado diferentes protestas en contra de la ley de 1934, que prohíbe que se lleven a cabo actividades de culto dentro de sus paredes.

Por su parte, el actual presidente de Turquía, Erdogan, siempre se ha mantenido favorable a la decisión de reconvertir la estructura en una mezquita:

“Este renacimiento es el símbolo de la vuelta del sol naciente de nuestra civilización, basada en la justicia, la conciencia, la ética, el monoteísmo y la hermandad, la civilización que espera con anhelo toda la Humanidad” (Presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan)

Sin embargo, el fallo del Tribunal supremo turco supone un incremento de la tensión entre el país y Grecia, que ya se encuentra en un punto bastante caliente, debido a las disputas por perforaciones de gas natural en el Mediterráneo, la crisis de refugiados y a los conflictos fronterizos.

La ONU, además, ha señalado que esta decisión pone en peligro el valor del monumento como símbolo universal del diálogo. La Unesco ha pedido que, a pesar de esta decisión, se respete el acceso igualitario al monumento y que se mantengan intactas todas las obras de arte que contiene.

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