¿Qué nos enseña la retórica sobre el ‘procés’?

Protestas en Barcelona el 14 de octubre de 2019. astonphoto / Shutterstock
por Víctor Gutiérrez Sanz

Existe una concepción muy extendida de la Retórica que define a este “arte de la oratoria” como algo negativo (se suele utilizar esta palabra para describir discursos artificiosos o manipuladores).

Por esta razón, resulta necesario precisar, en primer lugar, que en este artículo se deja de lado dicha noción peyorativa y se asume la propuesta del teórico Kenneth Burke, quien considera que esta disciplina, en realidad, debe ser entendida, estudiada y aplicada como una herramienta para construir espacios discursivos de encuentro y consenso.

Dicho esto, puede parecer paradójico realizar un análisis retórico de los discursos que construyen las diferentes interpretaciones sociales del conflicto/proceso catalán, ya que se trata de una realidad social con una fuerte polarización en la que, a simple vista, resulta difícil hallar lugares compartidos.

¿Por qué existe tal distanciamiento entre interpretaciones de una misma realidad social? ¿Es posible llegar al entendimiento? La respuesta a ambas preguntas reside en la Retórica.

Construyendo discursos

Cualquier persona que haya seguido mínimamente la actualidad política tendrá un parecer sobre la realidad catalana. Dicha opinión, como no puede ser de otra manera, se compondrá de múltiples variables, tendrá numerosos matices y, además, seguramente sea flexible, ya que habrá cambiado, más o menos, con el tiempo.

A dicha opinión aquí se la va a llamar “construcción discursiva de la realidad social catalana” por diferentes razones. En primer lugar, porque se asume que dicha interpretación de la realidad es necesariamente discursiva (al igual que la materia está conformada por átomos, la realidad social se conforma de discursos).

En segundo lugar, se habla de «construcción» porque, efectivamente, como indica la Retórica Constructivista postulada por David Pujante Sánchez, dichos discursos moldean, no solo reflejan, cómo vemos el mundo que nos rodea. Así pues, se debe asumir el impresionante poder que tienen los discursos y dejar de pensar que son meros transmisores de una ideología, ya que los discursos son la ideología. De esta manera, quizás, podremos escapar de la jaula discursiva en la que nos hemos visto apresados.

La gran sinécdoque

Pues bien, si analizamos retóricamente la “construcción discursiva de la realidad social catalana” que han transmitido a través de los medios de comunicación de masas las diferentes fuerzas políticas, se observa que, por ejemplo, se ha estructurado mayoritariamente esta realidad social, en ambos bloques, mediante una estructura tropológica sinecdóquica.

Es decir, los discursos se han construido mediante una gran sinécdoque (figura retórica en la que se sustituye la parte por el todo o el todo por la parte).

Un ejemplo anecdótico pero representativo de dicha gran sinécdoque estructural lo encontramos en las construcciones discursivas, tantas veces repetidas durante las últimas semanas, con la que se han creado dos bloques parlamentarios en Cataluña. Estas son las denominaciones de “partidos constitucionalistas” para el grupo conformado por PSC (Partido Socialista de Cataluña), PPC (Partido Popular de Cataluña) y Ciutadans; y de “partidos independentistas”, para el grupo conformado por Esquerra Republicana, Junts per Catalunya, y las CUP (Candidatura de Unidad Popular).

¿Por qué hablamos de que hay una sinécdoque detrás de estas denominaciones? Porque, como se explicaba con anterioridad, existe en dichas construcciones discursivas una sustitución del todo por la parte. En el primero de los casos (los “partidos constitucionalistas”), se observa que se utiliza discursivamente la Constitución Española como un elemento capaz de describir la compleja realidad sociopolítica que defienden.

Esta expresión permite construir un “bloque único”, pese a las múltiples diferencias ideológicas que subyacen en una confluencia de este tipo. Así, con la expresión “partidos constitucionalistas” se construye discursivamente una idea de bloque “único” capaz de enfrentarse al otro bloque mediante la utilización de una sinécdoque en la que se sustituye el todo (los diferentes programas políticos de los partidos referidos) por la parte (la aparente defensa de la Constitución Española).

La sustitución

El conflicto, desde un punto de vista discursivo, es que una sinécdoque de este tipo implica una sustitución. Es decir, el todo al que hacíamos referencia desaparece en las construcciones discursivas. Las notables diferencias ideológicas de los partidos que conforman el bloque, así como su historia, se difuminan en favor de una supuesta unidad en la aparente defensa de la Constitución. Se crea así una fuerte polarización centrada en una supuesta pregunta cuya respuesta, aparentemente, solo puede ser “sí” o “no”. ¿El partido X defiende la Constitución Española?

Una estrategia retórica similar subyace debajo de la denominación de “partidos independentistas”. En este caso, el fin último de su actividad política (la independencia de Cataluña), que solo es una parte de su planteamiento programático, sustituye al todo, eludiendo así cuestiones en las que puede haber notables diferencias entre dichos partidos: ¿cómo conseguir dicha independencia?, ¿qué estado sería el resultante?, etc.

Ahora bien, como se afirmaba con anterioridad, estos son solo dos ejemplos de la gran estructura sinecdóquica que configura la construcción discursiva de la realidad social catalana. Se podría ilustrar dicha afirmación con otros muchos casos.

Por ejemplo, sería interesante estudiar cómo el mismo uso discursivo de la “Constitución Española” implica una referencia a una serie de artículos muy concretos (artículo 155, por ejemplo), con lo que aquí habría una nueva sinécdoque en la que, en este caso, se sustituye el todo (la Constitución) por la parte (una serie de artículos que se centran en una unidad territorial del Estado Español).

O cómo los partidos en ambos ejecutivos realizan una construcción retórica similar al utilizar expresiones tales como “todos los españoles” o “el pueblo catalán”.

Conclusión

Detrás de todas y cada una de estas construcciones retóricas existe una sinécdoque de fondo en la que se sustituye la parte por el todo o el todo por la parte, lo que tiene importantes consecuencias sociodiscursivas.

Por un lado, la sustitución de la parte por el todo (por ejemplo, con la expresión «partidos constitucionalistas» o «independentistas») implica una simplificación de la realidad política en favor de la construcción discursiva de dos bloques enfrentados (con lo que resulta muy complicado establecer espacios comunes discursivos).

Por otro lado, la sustitución del todo por la parte (hablar del «pueblo catalán» o del «español») tiene importantes consecuencias cívicas, ya que mediante el uso de dichas sinécdoques se está silenciando/negando una parte del problema y, por consiguiente, una posible solución.


Víctor Gutiérrez Sanz. Doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Máster en Estudios Filológicos Superiores (Premio Extraordinario de la UVa). Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (Primer premio nacional al rendimiento académico universitario en el Área de Humanidades otorgado por el Ministerio de Educación). Licenciado en Periodismo (Primer premio nacional al rendimiento académico universitario en el Área de Ciencias Sociales otorgado por el Ministerio de Educación).
Artículo publicado por cortesía editorial de

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