Por qué el petróleo es (todavía) un mal necesario

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José Luis Casamor, Universitat de Barcelona.


Mientras más de un 80 % de la energía consumida en el mundo provenga de los combustibles fósiles y los gobiernos no apuesten decididamente por el uso de energías alternativas, habrá que seguir buscando y explotando recursos energéticos como el petróleo.

Puede que este mensaje no resulte muy popular, es cierto, pero hagamos rápidamente una pequeña encuesta. ¿Estarían dispuestos a prescindir de la calefacción una fría mañana de invierno? ¿Rechazarían un vuelo barato para visitar París este fin de semana? ¿Cambiarían ahora mismo su coche por un patinete?

Seamos sinceros y, sobre todo, realistas. No, ¿verdad?

Las prospecciones petrolíferas y las extracciones de gas por fracturación hidráulica (fracking) suscitan muchas y razonables objeciones. A pesar de ello, la evolución futura de la demanda podría relanzar estas actividades en países donde el petróleo y otras energías fósiles escasean.

Evolución del consumo de energía mundial procedente de combustibles fósiles en el periodo 1960-2015. Aunque el consumo ha ido descendiendo progresivamente en las últimas décadas, nuestra dependencia de esos recursos todavía ronda el 80%. (Fuente: https://datos.bancomundial.org/indicador/EG.USE.COMM.FO.ZS).

Un tesoro geológico

Pero, ¿a qué se debe esa escasez? ¿Tan difícil es obtener petróleo?

Si pagamos a tocateja a los principales productores mundiales, desde luego que no. La cosa cambia si nos referimos a su formación geológica. Simplificándolo mucho parece incluso sencillo: se necesita transformar una gran cantidad de materia orgánica mediante un progresivo aumento de presión y temperatura.

¿Quiere esto decir que si recojo unos cuantos excrementos, los comprimo en un hoyo del jardín y los caliento con un soplete podré montar una gasolinera en la entrada de casa?

No. El proceso es más complejo y dura mucho tiempo. Y no me refiero al que necesitamos para abandonar la cama un domingo por la mañana. Hablo de ese que tanto nos gusta a los geólogos: miles o incluso millones de años.

Durante ese tiempo, una gran cantidad de restos de organismos debe preservarse junto a otros sedimentos para formar una roca madre. El incremento de presión y de temperatura que esta roca sufre al enterrarse ayuda a transformar la materia orgánica en petróleo, y permite que pueda desplazarse por el subsuelo.

El petróleo formado necesita encontrar acto seguido otra roca que lo retenga como si se tratara de una esponja. Esa roca debe tener una gran cantidad de poros y una buena conectividad entre ellos. Para entendernos, no valdría el mármol pulido de la cocina.

A este almacén debe envolverlo una roca impermeable que actúe como sello. Así el petróleo quedará atrapado y no se escapará de forma natural. Entonces, y solo entonces, tendremos un yacimiento petrolífero.

Origen y formación del petróleo. 1- Una gran cantidad de restos de organismos y sedimentos forman la roca madre. 2- Cerca de la roca madre debe localizarse una roca almacén que tenga muchos poros bien conectados, y una roca sello que impida que el petróleo formado pueda escaparse hacia la superficie. 3- El aumento de la temperatura y de la presión transforma la materia orgánica inicial de la roca madre en petróleo que migra hasta la roca almacén. (Modificado y adaptado de la siguiente fuente: https://www.cepsa.com/stfls/corporativo/INFOGRAFIAS/Infografia_Origen_Petroleo_FINAL.pdf)

Hacia la concienciación medioambiental

Los yacimientos se perforan, una vez localizados, para obtener el oro negro. No es extraño que le llamen así. Cada vez hay menos yacimientos productivos, o se encuentran en zonas donde la extracción es complicada y costosa. ¿Cuándo terminará la era del petróleo? ¡Esa es la pregunta del millón!

Sí sabemos que, a pesar de nuestra manifiesta dependencia, hay que combatir las consecuencias ambientales que se derivan del uso del petróleo y otras energías fósiles.

Vivimos en una época en la que se han generalizado expresiones como “cambio climático” y “calentamiento global”. Buena parte de la opinión pública comprende el alcance del problema y la necesidad de llevar a cabo actuaciones en su contra.

No siempre es así. Es una lástima que muchos responsables políticos, ignorando las evidencias científicas, tiendan a restar importancia al tema movidos por intereses particulares. Por ejemplo, algunos gobiernos se empeñan en no adoptar todas las medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, principales culpables del aumento de la temperatura media del planeta.

La solución adecuada pasaría por ir frenando el consumo de esos recursos. La tarea se antoja difícil, pues no solo los utilizamos para obtener energía. Casi todos los objetos que tocamos a diario, desde los plásticos de las botellas hasta las fibras sintéticas de nuestras prendas, tienen algún compuesto derivado del petróleo.

Por suerte, la Comisión Europea parece que se ha puesto las pilas y ha fijado recientemente el fin de la era de los combustibles fósiles en su territorio para el horizonte de 2050.

Más allá de estas buenas intenciones hará falta ver qué alternativas energéticas reales existirán entonces para cubrir la demanda. También, y eso es harina de otro costal, qué intenciones albergarán otros países no europeos cuyo crecimiento económico continúe ligado al consumo de esos combustibles.

Pero hasta ese momento siempre será mejor prevenir que curar. Por favor, la próxima vez que pongan en marcha su coche o decidan subir un grado la calefacción de casa recuerden que usan un recurso escaso y de fuerte impacto medioambiental. Así que no abusen. Leguemos un mundo mejor a las generaciones futuras, más habitable y menos contaminado, un mundo en que puedan pasearse… ¡aunque sea en patinete!


José Luis Casamor, Profesor de Geología Marina, Universitat de Barcelona.

El Dr. José Luis Casamor ha desarrollado su carrera profesional como miembro del Grup de Recerca Consolidat en Geociències Marines de la Universitat de Barcelona (UB). Es coautor de diversas publicaciones del "Science Citation Index". Sus intereses científicos particulares están ligados a la modelización y visualización en 3D aplicadas a diversos campos de las Geociencias Marinas. Ha sido el Investigador Principal (IP) del Proyecto DEGLABAR (CTM2010-17386), del Plan Nacional, y ha participado activamente en decenas de proyectos de investigación de carácter multidisciplinar, internacionales y estatales, en los que ha proporcionado su experiencia en campos tan diversos como la evolución costera, la morfología de lagos y embalses, los flujos biogeoquímicos, el cambio climático, la geomorfología submarina, los márgenes continentales, la sedimentación glaciomarina, los deslizamientos submarinos, el riesgo de tsunamis o la arqueología subacuática. Ha participado también en más de 25 campañas oceanográficas realizadas en el mar Mediterráneo, y en los océanos Atlántico, Antártico y Ártico (una de ellas como IP y jefe de campaña). El Dr. Casamor tiene además una acreditada experiencia docente en el ámbito de las Ciencias de la Tierra. En la actualidad imparte, entre otras, la asignatura de Geología Marina en los Grados de Geología y de Ciencias de Mar de la UB.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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