No enreden más: ¡A gobernar!

  • «Sánchez e Iglesias tienen derecho a la oportunidad de intentar un gobierno»

  • «Conmueve ver cómo tantos publicistas deben rebajarse a improvisar argumentos para cada bandazo de Sánchez».

por Jesús Cuadrado

En el momento en el que se celebraban los 30 años de la caída del Muro de Berlín, en España, dos fuerzas políticas que derivan históricamente de la II y III Internacional, acordaban un gobierno de coalición y lo sellaban con un abrazo. Si hacemos caso a El Roto en su viñeta de El País –“Parecía que se abrazaban, pero era para no caerse”-, puede parecer un pacto algo forzado, pero, Sánchez e Iglesias tienen derecho a la oportunidad de intentar un gobierno. Aunque, para lograr la investidura, tendrán que concitar el acuerdo de varios partidos y seguirán dependiendo de ERC o eventualmente de Bildu, no hay vuelta atrás posible. Urge reconocerlo y aceptarlo.

No enreden más, pues, ni los protagonistas ni sus acompañantes mediáticos. Una vez que Pedro Sánchez ha arrojado al mar las llaves de la gran coalición, cansa ya la obsesión de los comerciales del sanchismo, tv a tv, por convencernos de la dependencia de los independentistas como una responsabilidad de PP y Cs por no abstenerse. Ridiculizan su propia capacidad argumental y dejan a Sánchez en mal lugar. Esa representación teatral ya la vimos en la campaña del 10-N y está agotada. Ahora, todo el conglomerado sanchista haría bien en imitar a Unidas Podemos y poner en valor la opción de gobierno elegida. ¡A gobernar!

Las decisiones políticas tienen costes y quienes se dedican a eso deben estar dispuestos a asumirlos. Todo deja huellas y, como los tatuajes, no se borran. Es cierto que el alucinante viaje de Sánchez desde las contundentes posiciones contra Iglesias hasta el abrazo, condenan al líder socialista al peor de los estigmas para un político: la pérdida irreparable del derecho a ser escuchado, la condena a que su palabra ya no valga nada. Pero, seguro que quienes tomaron la decisión lo tuvieron en cuenta. Ahora, no cansen más: ¡a gobernar!

Lo que parece que provoca desconcierto, y el recurso al balbuceo por parte de la intelligentsia sanchista, es comprobar que el abrazo lleva a la casilla de salida, que, al despertar de esta pesadilla de meses, el paquidermo de la moción de censura sigue en el mismo sitio. Conmueve ver cómo tantos publicistas deben rebajarse a improvisar argumentos para cada bandazo de Sánchez, a fabricar narrativas inverosímiles para cada nueva situación. Da un poco de vergüenza ajena, sí, pero es el material con el que deben trabajar.

Nadie duda sobre qué quieren negociar los independentistas, quienes les dicen a los CDR que aprieten y quienes les piden que no aflojen, los de Puigdemont y los de Junqueras. Ese es el jardín en el que el sanchismo ha metido al PSOE de hoz y coz. Un territorio que UP ha convertido en ecosistema propio, como demuestra la soltura con la que se mueve por ahí su líder en Cataluña, Jaume Asens. Los costes de esta parte del contrato no los pagarán los de Iglesias; Sánchez, Ábalos y Lastra se los endosan íntegros al Partido Socialista. De paso, no solo se pone la gobernabilidad en manos de independentistas, también comprobaremos que, si Sánchez logra ser presidente, será porque ellos lo deciden o, mejor, porque les conviene. Costes conocidos y asumidos, cuando el candidato socialista se ató al mástil del barco.

Otra de las piruetas retóricas tejidas para hacerse perdonar tanto zigzagueo es la que explicaría el pacto de gobierno como la respuesta al ascenso de Vox. La tesis es muy atrevida, teniendo en cuenta los factores reconocidos de esa remontada, desde la propia oportunidad de una repetición electoral, irresponsable a todas luces, a la activación de todo lo que favorecía a la extrema derecha. Ahora que este es un dato insoslayable, quienes van a gobernar en España deberían tomarse en serio las causas que mueven tantos votos. Les vendría bien leer a John Judis en La explosión populista para entender cómo la actual extrema derecha europea no está formada por unos ingenuos nostálgicos, o a Umberto Eco, en Construir el enemigo, para ver que no es tan fácil fabricarte un monigote particular como adversario. Si se toman en serio la amenaza, mejor ponerse a trabajar en serio, que esto no va de un general con bigotito.

Por otra parte, los sanchistas suelen alardear de tener el copyright de las políticas socialdemócratas. Tal vez aún no han caído en la cuenta de qué costes asumen en ese apartado con el acuerdo. El estudio de la historia de la incorporación de valores socialdemócratas a las sociedades europeas les podría abrir los ojos. La primera condición común a todas las alternativas socialdemócratas, como demuestra Daron Acemoglu –El pasillo estrecho- ha sido siempre el abandono del marxismo. Primero fueron los suecos del SAP a principios del pasado siglo, luego los alemanes del SPD con el Programa de Bad Godesberg en 1959 –“Tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”-, para extenderse a otros partidos socialdemócratas, incluido el PSOE de González en los 80. Todo está en los libros.

¿Copyright? No diga partidos socialdemócratas, diga valores socialdemócratas. La construcción del Estado del Bienestar, principal seña de identidad de esos valores, recibe su principal impulso del liberal británico William Beveridge con su reconocido informe, fue fundamentado en las teorías económicas de otro liberal progresista, Jonh Maynard Keynes, y extendido entre los países europeos por partidos socialdemócratas y otros gracias a amplias coaliciones sociales. Un éxito de muchos. Y nadie discutirá, con los hechos delante, el logro durante décadas en la reducción de las desigualdades en Europa. La historia de un éxito indiscutible.

Hoy, cuando se acumulan dificultades para dar con las políticas adecuadas para reactivar esos valores frente a nuevos hechos marcados, sobre todo, por la nueva globalización y los cambios tecnológicos de la llamada Cuarta Revolución Industrial, hay razones de peso para no olvidar las lecciones de la historia. El propio Acemoglu propone algunas urgencias extraídas de esas lecciones: reformar ese pacto para el siglo XXI con coaliciones sociales amplias siguiendo el modelo del Partido de los Trabajadores sueco hace un siglo, en las que la participación de las grandes empresas resultó esencial. ¿El PSOE y UP en coalición están en condiciones de activar un pacto social de esas características? Eso es lo que tendrán que demostrar.

Entretanto, no está de más recordar a Tony Judt, también muy preocupado por la actualización de los valores socialdemócratas, que veía entre sus mayores enemigos a quienes consideraban al capitalismo como una ideología a la que combatir, sobre todo aquellas organizaciones políticas que se autocalifican como, precisamente, anticapitalistas. ¿Se librará de esos fundamentalismos la coalición? Se verá.

No se podrá negar que la apuesta de este acuerdo de coalición es muy arriesgada, pero, cuando se apuesta, se apuesta. Ahora, pongan fin a las escenificaciones con objetivos electorales y ¡a gobernar! 


Opinión publicada bajo Licencia Creative Commons de

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