Los príncipes azules existen… duran un tiempo… luego destiñen

Imagen: Isabel Chiara

Pobre ilusa, hada extraviada, mujer desarmada, fascinada por fascinar, enjaulada… a punto de estallar.

Decidí usar este juego cuando él supuso haberme saludado por nuestro 13º aniversario. Sus ojos mirando el microondas, hablando, hablando de un polvero que por fin nos dejará la puerta del garaje utilizable, lograron enfrentarme a lo fácil que es querer, sin demostrarlo.

Vaya ruta, desde los 18 recién cumplidos. Pensando en el penalti: ¡Casados! Comprobar que solo era un retraso me dejo retrasada para siempre. Mis estudios, mis ganas de salir del pueblo, la historia era hacerme una película menos conocida. No quería ser igual a las demás. Y ya ves, aquí en este hostal, ahora tirando del hilo para explicar la madeja.

Yo para ti y viceversa .Muchos viceversa de promesas, un círculo infinito mareándome más que el primer embarazo. Sus padres mejores que los míos, los míos inexistentes. Cada ladrillo de la casa construyendo un puzle, después de un intenso soñar a ojos abiertos. Le quiero, él me quiere, eso es mucha verdad. Más verdad que nuestra cuenta corriente, nuestro coche y esta casita en el Aljarafe sevillano donde todos cumplimos con las filas interminables para llegar al trabajo cotidiano.

Pero…no sé como llegué a esta central nerviosa. Cómo me atreví a dejar mi número, como accedí al primer amigo. “Señora busca consuelo por las mañanas”, así no fue.

“Casada laboriosa y dispuesta”, eso fue.

No quería ser igual a las demás. Y ya ves, aquí en este hostal, ahora tirando del hilo para explicar la madeja.

En menos de dos días el móvil sonaba, sonaba de 11 a 14 horas. Cada vez me sentía una reina, dueña de estas piernas subidas en una moto de halagos.

Me citaban, yo estaba de vuelta. Solo creía lo callado. Es cierto eso que me contó mi profesor de teatro:”A los chaperos no los salva nadie, a las putas sí”. Por supuesto nunca he pensado en esto como putear. Soy una señora, solo busco cariño cínico, algo de pasta para al final de mes no quedarme con el recuerdo rabioso de las cositas sin comprar en Factory.

Pizza, macarrones con salsa de tomate, muchos Foskitos, todo eso salva una economía anémica. Mi hermana funcionaria con tantos falsos regalos es una coartada perfecta. Aunque nuestro odio común, no lleva maquillaje. La “lista” tiene medios, sin ningún fin realmente amoroso.

Me harté de oler a fritura todo el día, de pintarme las mechas en casa, de llevar dos años seguidos la misma camisa de madrina de bautizo. Estoy cansada de ser siempre quien habla y habla para explicarle a mi marido las mejores maneras de tratar a los niños. Él no es el único con derecho a reclamar cuando mi Antonio manda a la mierda a su primo. Estoy cansada de ser nadie, un reflejo perdido cuando se llena de vapor el baño, una muñeca que cuando escucha sevillanas quiere bailar y su ropa es de enfermera, cuidando los restos del amor medio muerto. Claro, nos queremos pero esa talla no me entra o me queda grande. Sólo la hipoteca, el salario y hablar de los demás nos une despiadadamente.

Me harté de oler a fritura todo el día, de pintarme las mechas en casa, de llevar dos años seguidos la misma camisa de madrina de bautizo.

Por eso contesto el móvil e invento una Leila de Portugal, Katia de Rusia o Eva de Polonia. Como nunca se habla en este negocio, alguno traga. Aún no logro imitar el acento de las sudamericanas, sino ya tendría “un papito” a mi merced.

Me lavo de manera absurda y lavo más, cuando ellos se van. Algunos se han llevado mi dolor avergonzado entre suspiros de placer furtivo. Seria mentira decir que no gozo, pero luego la mancha te quita la alegría.

Ya lo decía Carlitos Marx.: “Todos los hombres son iguales”. Camioneros, comerciales, agentes de inmobiliaria… Horarios libres para salir de la oficina por las mañanas. Ninguno pregunta si soy feliz, todos saben, nadie es feliz entregándose para cubrir cualquier ausencia. Ellos son todos uno. Cuando dejo de quererlos, me baño y me baño hasta quedar exhausta de agua, promesas falsas. Todos tienen olor de náufragos, para algunos soy su sirena encantada. Para otros, una mujer con ganas de crecer fuera del infierno.

Luego voy por la A-49 diciéndome: ¡Vaya chollo hacer horas extras! .Que rápido podré conseguir un modelito de Vittorio y Luchino para la boda de mi prima Carmen (si supiera la verdad del matrimonio, la muy tonta). Todos pensarán es un vestido falso, el gustito que tendré sabiéndolo verdadero.

Ya lo decía Carlitos Marx.: “Todos los hombres son iguales”. Camioneros, comerciales, agentes de inmobiliaria…

Lo bien que se está portando mi marido cuando habla de huevos con patatas como un manjar celestial .Nada es sucio, se ensucia, si no lo sabes tratar .Tengo manos de geisha, ojos de gitana, corazón pedernal. Un amigo llora cuando llega a la cumbre (que fina me pongo), otro pregunta si puedo contarle acerca de amar a otra mujer (que pajeros son los hombres, aun en la faena).Cien feligreses o mil con saber contestar a tiempo. Entre ellos invento un esposo mejorado. Oliendo mejor que nadie, nunca dejará de contarme entre sus tesoros. Lo mal que se lleva la vida cuando no aciertas con quien soñar. Lo bueno que resulta lo malo, cuando llegamos a alcanzarlo.

Mi marido es al final el único, sabe como nadie hacerme llorar. Dormido nunca sospecha. Soy una guarra, una salida, máquina calculadora. Pobre ilusa, hada extraviada, mujer desarmada, fascinada por fascinar, enjaulada… a punto de estallar.


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