Los periodistas tienen derechos, además de deberes, todos reafirmados en un nuevo código deontológico

El 12 de junio de 2019, en Túnez, los miembros de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) se reunieron en el 30º Congreso Mundial y adoptaron la nueva Carta Mundial de Ética para Periodistas. (Frédéric Moreau de Bellaing/IFJ)
por Anthony Bellanger

Con la omnipresencia de los medios digitales, las redes sociales y los blogs, los ciudadanos nunca habían tenido tanto acceso a la información ni habían criticado tanto a los medios de comunicación y a los periodistas: se ha llegado a un nivel de desconfianza inusitado.

El último informe anual del Instituto Reuters, en colaboración con la Universidad de Oxford, resulta alarmante para la profesión. Mientras los países nórdicos —Finlandia, Noruega, Suecia y Dinamarca— obtienen índices positivos de confianza en los medios de comunicación, que oscilan entre el 55% y el 70%, Francia, Portugal, Italia, España y Polonia salvan con dificultad el 20%, cifras claramente inferiores a las de años anteriores. Podemos buscar (y encontrar) muchas explicaciones nacionales, pero los hechos son elocuentes: la confianza en los medios de comunicación ya no se puede dar por sentado.

Existen soluciones para paliar los desfases de algunos medios de comunicación, como los consejos de prensa, que cuentan con la participación del público y se apoyan en un código deontológico común y compartido.

La Federación Internacional de Periodistas (FIP), principal organización mundial profesional y representativa, que cuenta con más de 600.000 miembros en 146 países, se ha planteado la cuestión deontológica desde su creación en 1926. Su fundador francés, Georges Bourdon, anhelaba que la joven federación internacional «caminara sobre dos pies»: uno sindical, por supuesto, para defender los derechos de los trabajadores de los medios de comunicación y el otro pie deontológico, para respetar unos principios profesionales universales. En el periodo de entreguerras, se reflexionaba mucho sobre los principios profesionales del periodismo, ya que apenas había leyes que protegieran sus derechos y existían muy pocos consejos de prensa.

«Informar bien, en lugar de informar de prisa»

Albert Londres, miembro del sindicato de periodistas francés Syndicat national des journalistes (SNJ), escribió en 1932 una famosa frase, cuya conclusión ha quedado para la historia: «Sigo convencido de que un periodista no es un monaguillo y que su papel no consiste en preceder las procesiones ni sumergir la mano en una cesta de pétalos de rosa. Nuestro trabajo no consiste en complacer ni en perjudicar, sino meter la pluma en la llaga”.

En 1944, con apenas 31 años, Albert Camus detalló en el periódico Combat su propia carta de la información, que garantizaba la democracia con solo «liberarse» del dinero: «Informar bien, en lugar de informar de prisa; precisar el sentido de cada noticia mediante comentarios adecuados; instaurar un periodismo crítico y, en todo caso, no admitir que la política prevalezca sobre la moral ni que esta caiga en el moralismo». Qué más se puede decir.

Hasta 1954 la FIP no adoptó en el Congreso Mundial de Burdeos la Declaración de Principios sobre la Conducta de los Periodistas (conocida como la «Declaración de Burdeos»), el único texto reconocido por la profesión en el mundo. En 1971, otro documento marcó un paso importante para la profesión al establecer «los derechos y deberes de los periodistas»: la Carta de Múnich, que tiene el inconveniente de haber sido escrita por una parte de los sindicatos europeos y se mantiene como referencia en Francia, Alemania y Bélgica, pero no mucho más allá.

Establecer los deberes, pero también garantizar los derechos de los profesionales

En los últimos años, los periodistas de todo el mundo se enfrentan cada vez más a gobiernos que esgrimen prácticas autoritarias, empleadores con falta de escrúpulos y ciudadanos llenos de desconfianza. También sufren desprotección, sobre todo en los países en guerra. Por todo ello, la FIP decidió en 2018 complementar la Declaración de Burdeos, que sólo se refiere a los deberes, y rebautizarla como la Carta Mundial de Ética para Periodistas.

Si bien los deberes resultan esenciales para producir una información de calidad, la FIP vela cada día en todo el mundo por que los periodistas tengan también derechos ¡y que estos se respeten! En Turquía, en Hungría, en Egipto, la India, Zimbabue e incluso en Brasil, los gobiernos pisotean descaradamente la libertad de expresión y de prensa.

Nasser Abubaker, periodista de la oficina de la AFP en Ramala y presidente del sindicato palestino de periodistas, Palestinian Journalists’ Syndicate, lo padece cada día: «En Palestina, llevamos años reclamando que se nos reconozca como profesionales. El gobierno israelí nos llega a considerar terroristas a veces, con el único argumento de que queremos hacer nuestro trabajo. La consecuencia es terrible: ¡nos prohíben cubrir las noticias en Jerusalén!».

Un periodista no puede cumplir dignamente su misión de informar sin disfrutar de la tríada profesional de un salario digno, unas buenas condiciones laborales y un código deontológico, que recoge el Preámbulo de la nueva Carta Mundial de Ética, adoptada por unanimidad en junio de 2019 en el 30º Congreso Mundial de la FIP, celebrado en Túnez: “El periodismo es una profesión que requiere tiempo y recursos para ejercerse así como seguridad material, elementos esenciales para su independencia”.

La independencia es fundamental para el periodista y va de la mano del «derecho de toda persona a recibir información e ideas», enunciado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El Preámbulo de la Carta establece que «La responsabilidad del periodista con el público tiene prioridad sobre cualquier otra, en particular hacia sus empleadores y las autoridades públicas”.

Guillaume Gbato, secretario general del sindicato costamarfileño Syndicat national des professionnels de la presse de Côte d’Ivoire (SYNAPPCI), es punta de lanza en las cuestiones de independencia financiera en África Occidental: «Hemos abordado con los empleadores y el Gobierno el problema de los recursos y el tiempo. Con demasiada frecuencia, la única remuneración que reciben los periodistas son las dietas [nota del editor: para gastos diarios] que se deslizan dentro de los dosieres de prensa [proporcionados por los órganos gubernamentales, las empresas, etc.]».

Por supuesto, los sindicatos de periodistas están ahí para imponer el equilibrio de poder con los empleadores en materia salarial, pero la Carta de Ética también incluye artículos que recuerdan a todos (periodistas, empleadores, políticos, jueces y ciudadanos) otros principios fundamentales que no pueden ser olvidados, como la importancia de la protección e inviolabilidad de las fuentes, la verificación minuciosa de los hechos que debe prevalecer sobre la noción de urgencia y la oposición a cualquier práctica de discriminación, incitación al odio, corrupción o propaganda (hoy en día a menudo denominadas fake news, noticias falsas o infox).

La FIP es muy consciente de que la adopción de una Carta Mundial de Ética, por sí sola, no resolverá todos los problemas de los periodistas, pero este documento histórico es un requisito de facto para todas las redacciones del planeta.

Como subrayó Mandakhbayar Kharkhuu, presidente de la Confederación de Periodistas de Mongolia: “Nuestro trabajo diario es realmente difícil, pero ahora sabemos que podemos esgrimir la Carta Mundial de Ética ante los empleadores”.

En las deliberaciones en tres idiomas que enriquecieron la redacción de la Carta a lo largo de 18 meses, cada país o región del mundo destacó las prioridades específicas de su situación local: en la RDC, los periodistas han tenido muchas dificultades para cubrir las últimas elecciones presidenciales debido a la falta de seguridad y de recursos. En Brasil, los miembros de la Federação nacional dos jornalistas (FENAJ) trabajan en un entorno hostil desde la llegada del nuevo Gobierno. Además de los ataques sobre el terreno, son objeto de intimidaciones y acusaciones infundadas lanzadas por los ideólogos de tendencia «fascista», próximos ahora a las autoridades. Maria-José Braga, presidenta de la FENAJ, insistió en que el artículo primero de la Carta incluyera expresamente la noción de «hechos», en lugar de «verdad»: «En Brasil, Bolsonaro tiene su propia verdad; nosotros, los periodistas, ponemos el foco en ‘la verdad de los hechos’ y al Gobierno eso no le gusta nada”.

Desde el Congreso Mundial de Túnez y la adopción de esta Carta histórica, la FIP, tal como deseaba Georges Bourdon en 1926, avanza hoy sobre dos pies definitivamente inseparables: el desarrollo sindical y el respeto de los principios deontológicos.


Anthony Bellanger es secretario general de la Federación Internacional de Periodistas (FIP).
 Este artículo ha sido traducido del francés por

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