La violencia sexual aumenta en Sudán del Sur, pero una nueva Jefa podría ayudar a traer el cambio

Rebecca Nyandier Chatim
Por Elvira de Juan.

Recientemente se ha elegido a una mujer como jefa principal en Sudán del Sur, un suceso muy inusual. Este seguramente conlleve un cambio positivo en un país devastado por la guerra civil y la violencia sexual concomitante.

Rebecca Nyandier Chatim es ahora la jefa del grupo étnico Nuer en el sitio de Protección de Civiles (PoC) de las Naciones Unidas en Juba, donde más de 38 000 personas han buscado asilo con misiones de paz de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS). Su victoria no solo tiene importancia simbólica sino también práctica.

La polémica está servida ya que las leyes consuetudinarias que pueden resolver disputas locales pero también refuerzan las diferencias de género y las desigualdades, en beneficio de la elite militar.

Sudán del Sur necesita más mujeres en puestos de autoridad. El nombramiento de una jefa da un impulso a la causa del empoderamiento de las mujeres y proporciona una bienvenida distracción de la desesperación general y la frustración con los líderes militarizados y masculinos del país. En su guerra civil interna, que estalló en diciembre de 2013, atacaron a civiles y mataron a más de 50 000. Han obligado a más de 200 000 personas a ingresar a los sitios de protección de la ONU dentro de Sudán del Sur

Los informes de violencia sexual son imprevisibles: la ONU encontró “el uso masivo de la violación como un instrumento de terror”, y Amnistía Internacional informó que era “desenfrenada”. La violencia doméstica también es común. Un estudio reciente del Global Women’s Institute estimó que más del 65 % de las mujeres y las niñas habían experimentado alguna forma de violencia de género, el doble del promedio mundial. Y recientemente surgieron acusaciones de violación y explotación sexual por personal de mantenimiento de la paz y ayuda humanitaria.

Mujeres jefas en Sudán

El nombramiento de una jefa es muy inusual, aunque no sin precedentes. Ha habido jefes Nuer mujeres desde la década de 1990, y hay otras formas establecidas en que las mujeres pueden ganar autoridad dentro de la sociedad Nuer, convirtiéndose en “hombres socialmente”, o mediante afirmaciones de posesión divina como profetas. Pero esas mujeres pueden incluso estar directamente involucradas en la violencia.

Los jefes tienen la potestad de hacer cambios a las normas y arreglos sociales. Obtienen autoridad de su estatus como una institución formal del gobierno local. Su legitimidad se basa en sus relaciones con las personas que los seleccionan.

Regulan todo tipo de disputas y acusaciones, pero se dedican especialmente a asuntos familiares, incluidos el abuso doméstico, la violencia sexual, el divorcio y el adulterio. Sorprendentemente, en los juicios se defienden prioritariamente los intereses de los maridos y las familias sobre los de las mujeres y las niñas; pueden atrapar a las mujeres en matrimonios abusivos y administrar adulterio severo o castigos de “fuga” a parejas no casadas.

La idea de que los jefes podrían ser formados para garantizar los derechos humanos ha surgido en propuestas optimistas de agencias internacionales en Sudán del Sur durante años. Pero hay muchos obstáculos.

Los Jefes son un producto de un sistema que proviene de un gobierno represivo por lo que las costumbres se han forjado con la interacción del Estado desde la época colonial, así como de la mano de las leyes consuetudinarias. La costumbre sigue vigente por lo que se continua defendiendo la dignidad de las personas como miembro de una comunidad aun vulnerándose derechos individuales, por lo que la reforma es necesaria aunque no puede tener una respuesta inmediata. 

Sin embargo, el nuevo jefe, Nyandier, tiene una oportunidad única de cambiar los derechos de las mujeres bajo el amparo de la ONU independientemete de sus experiencias anteriores. También se ha de tener en cuenta que los activistas y asistentes legales han aprendido los principios básicos de las leyes de derechos humanos para las futuras disputas. Por ello, la profesora británica Rachel Ibreck, quien ha realizado estas investigaciones, opina que es necesario que la relación con el jefe recién llegado sea estrecha ya que lo que está en juego es muy importante. 

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