La vida ‘millennial’ explicada a un ‘baby-boomer’

“El hecho de que muchos de nosotros no nos sintamos adultos es una de las características más salientes de mi generación y uno de sus principales problemas”. (Meredith Haaf)

 

José Antonio López Ruiz

El término “generación” sitúa a las personas que nacieron en un mismo intervalo de tiempo dentro de un tramo del ciclo vital –juventud, vida adulta, madurez y vejez–. A los millennial no les gustan las etiquetas, pero tienen en común la aspiración de cobrar un sueldo de más de tres cifras o abandonar la casa de los padres antes de llegar a la treintena.

¿Pero cómo explicar de forma breve la realidad millennial a un baby-boomer sin que parezca que sólo están reprochando a la sociedad los problemas que viven?

Diferencias generacionales

Los millennial más jóvenes hoy están acercándose a la veintena y los mayores rozan la cuarta década en sus vidas (nacidos entre 1983-2002). Los baby-boomers en España son la generación que vivió la transición a la democracia, las primeras elecciones en 1977 y el referéndum de la Constitución (1977-78) cuando tenían entre los 15 y 35 años, además de la Guerra Fría y el Telón de Acero, los atentados de ETA, la reforma política, y toda una época de pactos y grandes acuerdos.

Con los baby-boomers subió el nivel educativo medio en España, se vivió el ascenso social dentro de muchas familias, el auge de la clase media, la sociedad de consumo y el modelo de bienestar basado en el “consumo de masas”. Sin embargo, vieron cómo sus hijos, la llamada Generación X (la X representa, sobre todo, la idea de indefinición), se veían frenados por una recesión económica fuerte y desempleo anclado en valores de más del 20% para los jóvenes, retrasando la emancipación e independencia económica más que generaciones anteriores.

A los millennial, hijos de los baby-boomers más jóvenes y de la Generación X, les está resultando más difícil aún emanciparse. En el caso de que lo hagan, les costará mucho situar sus hogares en un tramo de ingresos medios.

De hecho, los últimos informes de la OCDE señalan que se está generalizando a escala mundial el declive de la clase media y el incremento de la desigualdad social. Aún en este contexto económico recesivo que enmarca a la generación millennial, por algo han sido etiquetados en España también como miserials y mileuristas, los jóvenes de ésta generación se autodefinen como consumistas y se las ingenian para comprar lo que quieren, aún contando con tan pocos recursos económicos.

¿Como ven la vida los millennial europeos y españoles?

Teniendo en cuenta que han vivido la Gran Recesión, han visto la precariedad laboral –con sueldos misérrimos y contratos “basura”– y el paro siempre acampado en el horizonte, a partir de datos de diversos estudios recogidos entre los años 2014 y 2016 se puede decir que:

  • Alrededor del 50% de ellos considera que el éxito en la vida está determinado por circunstancias que están más allá de su control.
  • Aunque la mayoría de los millennial españoles considera que una buena educación y el trabajo duro son clave para prosperar en la vida, en otros países europeos como Polonia, Francia o Grecia apenas el 30% lo afirmaría.
  • Este tipo de actitudes denotan una más general que sería el “posoptimismo”, ya que en el vocabulario político del millennial la palabra futuro no se asocia con oportunidades o aspiraciones, sino sólo las condiciones generales ecológicas y económicas bajo las que les cabe imaginar su futuro y el de sus hijos.

La tecnología informática, el mundo virtual y las redes

Los millennials fueron testigos de la llegada de Internet a los hogares y de la expansión de su uso en educación, junto a la llegada de la “tríada tecnológica” (smartphones, ordenadores portátiles y tabletas). Aún así, sociológicamente cabe preguntarse hasta qué punto esa cultura juvenil se puede explicar en relación al uso y la presencia de las TIC en la vida cotidiana de los jóvenes. Cultura juvenil y cultura digital no son términos sinónimos, pero sin duda están sumamente interrelacionados y es muy importante el análisis del lugar que tiene internet en la primera.

Daniel Salcius / Unsplash

En la red existe un espacio social en sí mismo, que comparte características con otros espacios sociales externos a ella, pero que también da lugar a actividades y relaciones sociales online que llegan a alcanzar cierta independencia de aquellas que las personas realizan en su vida offline.

La interacción de los jóvenes con estos medios digitales puede estar impulsando ciertas habilidades y capacidades. Entre éstas podemos encontrar el trabajo en equipo, la creatividad aplicada a contenidos audiovisuales, el poder gestionar múltiples tareas a un mismo tiempo o el sentirse cómodos con la libertad a la hora de expresarse, aumentando el alcance de sus aportaciones, que ahora pueden hacerse a escalas “planetarias” o “virales” en cuestión de minutos, horas o días.

A los jóvenes y ya no tan jóvenes millennial les va a suceder una nueva generación, la de los nacidos desde el año 2000 hasta ahora, para los que se está acuñando la etiqueta de Generación Z.

En esta nueva generación de jóvenes destaca que:

  • Aceptan la diversidad, y la respetan, como algo intrínseco a las sociedades.
  • Han crecido conectados a Internet y una tecnología de la información y las comunicaciones sofisticada y potente, algo inimaginable para la humanidad en tiempos anteriores al final del siglo XX y principios del XXI.
  • Son ciudadanos en la “era digital”.
  • Su capacidad para comunicarse, trasmitir la información y organizarse en grupos en diferentes contextos y situaciones es muy elevada.
  • Pueden organizar y trasmitir información de una forma extraordinariamente flexible y compartida.
  • Es posible que, con tanta información, pierdan algo de sentido crítico y criterios para dar credibilidad a la información.
  • También es posible que, acostumbrados a la información breve e inmediata, demanden en la educación menos contenidos teóricos y más aplicaciones prácticas y capacitación para la resolución de problemas. Sin tener en cuenta que “no hay nada tan práctico como una buena teoría”.
  • Para algunos autores, lo característico de la Generación Z son las cuatro íes: internet, irreverencia, inmediatez e incertidumbre.
  • Son muy partícipes e innovadores para lo que se ha llamado la “nueva economía colaborativa” (compra venta de segunda mano, canjes-trueques, autofinanciación por crowdfunding, etc.).
  • La familiaridad con la tecnología implica riesgos que conocemos para los jóvenes (y adultos), pero no resulta fácil predecir su futuro alcance o evolución.

Mientras que los baby-boomers han asimilado de formas muy distintas la veloz entrada de las tecnologías de la información y las comunicaciones (aunque entre ellos hay ya pocos “analfabetos digitales”, el uso que hacen de estos medios es bastante desigual), para los millennial y la post-millennial Generacion Z estar conectados y pasar de unas pantallas y aplicaciones a otras es algo casi tan natural y cotidiano como respirar.

De cara al futuro, y teniendo en cuenta no sólo el uso sino también el abuso de los medios tecnológicos, cabe preguntarse si la adicción a las tecnologías y los usos, prácticas y riesgos del mundo virtual –el omnipresente acceso a internet también conlleva riesgos como la ludopatía, la adicción al sexo en internet o el seguimiento continuo de vídeos de youtubers– o el uso constante de Google como fuente de información “legitimada” para cualquier cosa, desplazarán en el futuro a la clásica preocupación de las familias y la sociedad por el daño que pueden hacer las drogas, el tabaco y el alcohol a los jóvenes.


José Antonio López Ruiz, Investigador Colaborador Asistente de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Universidad Pontificia Comillas. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pontificia de Salamanca donde se graduó en 1993, es Experto en Investigación Social Aplicada y Análisis de Datos (CIS, 1994) y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la misma Universidad (2007). Entre los años 1997 y 1999 ha sido docente del Curso de Formación de Experto en Análisis e Intervención Social, impartido por la UCM. En el año 2000 entró en la Universidad Pontificia Comillas como investigador del Instituto Universitario de Migraciones, trabajando después como responsable del Laboratorio de Sociología y Director de la Unidad de Investigación y Estudios sociales desde el año 2011. Ha impartido cursos de grado y posgrado en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, así como en la Facultad de Empresariales.

Este artículo fue publicado originalmente en


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