La hora de Clara Schumann dos siglos después de su nacimiento

por Virginia Sánchez Rodríguez

Resulta digno de admiración el hecho de que, hace 200 años, un solo personaje se dedicara a ofrecer conciertos de piano por todo el mundo, componer obras musicales, impartir clases como docente, ocuparse de la edición de cartas e incluso de partituras de otros músicos y que, además, formara parte de la vida musical más activa, siempre sin descuidar su parte familiar.

Parece aún más sorprendente si consideramos que todo eso lo llevó a cabo una mujer, Clara Schumann –Clara Wieck de soltera– de quien se conmemora el bicentenario de su nacimiento este 13 de septiembre.

Infancia y juventud artísticas

Clara Wieck nació en 1819 en un hogar de músicos. Su padre, Friedrick Wieck, era un afamado maestro de piano y tenía un negocio de venta de pianos y partituras, y su madre era cantante. Desde su niñez, recibió una formación musical minuciosa a partir de una rutina estricta que, rápidamente, dio sus frutos.

Clara Schumann en 1838. Andreas Staub / Wikimedia Commons

Así, la joven Clara Wieck se convirtió en una de las intérpretes más jóvenes y laureadas de la historia. Ejemplo de ello es que, con solo 11 años, ofreció su primer recital de piano en la Gewandhaus de Leipzig, una de las salas más importantes de la Alemania de la época, y con 12 años ya se encontraba de gira en París, con éxito, una antesala de las triunfantes giras que llegaron después.

Cuando Clara Wieck tenía 11 años, llegó a su casa un alumno de piano llamado Robert Schumann. Su intención era recibir formación pianística bajo la tutela de Fiedrick Wieck. Aunque Robert era nueve años mayor que Clara, y a pesar de que el maestro no veía muchas posibilidades en la carrera performativa del muchacho, se comenzó a fraguar una admiración mutua entre ambos jóvenes, lo que significó el inicio de su historia de amor y de una fructífera relación musical.

Robert y Clara Schumann no solo crearon una familia con ocho hijos, sino que esta última se convirtió en la principal intérprete de las obras de su esposo, difundiendo su legado.

La vida de Clara Schumann estuvo rodeada de tragedias en lo personal: la separación de sus padres, la oposición paterna a su matrimonio, la muerte prematura de algunos de sus hijos, la enfermedad mental y el fallecimiento de su esposo en 1856, cuando ella tenía tan solo 37 años. Sin embargo, su talento y su fuerza le permitieron desarrollar diferentes facetas que la consagraron como una figura clave de la música en el siglo XIX.

Pianista, compositora y editora

Durante toda su vida, Clara Schumann destacó como pianista. A este respecto, su nombre ha pasado a la historia como el de una de las mejores pianistas del siglo XIX, como solista pero también como parte de agrupaciones de cámara en las que compartió escenario con otros músicos de élite, como los violinistas Joseph Joachim o Wilma Norman-Neruda y el vilonchelista Carlo Alfredo Piatti, entre otros.

Además de obtener excelentes críticas en los conciertos ofrecidos por todo el mundo, se considera que Clara Schumann puso de moda las interpretaciones de memoria, sin partitura, a partir de una de sus actuaciones públicas en 1828, algo que ha marcado el devenir de los conciertos posteriores.

Asimismo, a lo largo de su existir, Clara Schumann se dedicó a la composición musical. Entre su legado, destacan especialmente sus 23 composiciones con Opus. Dado su perfil como intérprete, especialmente son composiciones para piano solo, pero también para música de cámara y para orquesta, siendo su Concierto para piano y orquesta Op. 7 ejemplo de esto último.

Clara Schumann también llevó a cabo labores de edición. No solamente se ocupó de editar las cartas de su esposo, sino que es la responsable de la publicación de la obra completa de éste, en cuyas ediciones siempre se incluye el medallón del matrimonio, evidenciando la igualdad entre ambos.

Profesora y cabeza de familia

Además de las actividades anteriormente señaladas, Clara Schumann también ejerció la docencia. En 1878 se convirtió en la primera mujer en trabajar como profesora en el Conservatorio Hoch de Frankfurt am Main, donde permaneció hasta 1892, tan solo cuatro años antes de morir.

Robert y Clara Schumann, en 1847. Eduard Kaiser / Wikimedia Commons

Más allá del Conservatorio, también fue profesora privada. Era habitual que pianistas de toda Europa y América llegaran a Frankfurt para tomar clases particulares y muchas madres querían que sus hijos aprendieran con ella o con su método. Sus hijas Marie y Eugenie la ayudaron a hacer frente a tal demanda, de manera que la propia Clara Schumann solo aceptaba estudiantes de piano avanzados, mientras que eran sus hijas quienes instruían a las niñas y jóvenes principiantes.

Además de ser una reconocida pedagoga, y junto con las facetas mencionadas hasta ahora, Clara Schumann se convirtió en una figura activa del panorama social y musical del momento, en el que siempre fue considerada como una igual por sus compañeros de profesión, sin distinción de género. Un ejemplo de ello fue su activa participación en la denominada “Guerra de los Románticos”.

Clara Schumann también fue esposa y madre de familia, algo que siempre compaginó con su carrera. Aunque durante su matrimonio con Robert Schumann su actividad profesional se vio limitada por las obligaciones familiares, cuando la enfermedad de su marido se agravó fue ella quien sacó adelante a toda la familia gracias, principalmente, a su labor pianística, la cual se incrementó notablemente al enviudar.

Así, Clara Schumann hizo equilibrismos con todas las facetas mencionadas, profesionales y personales, perfecto ejemplo de conciliación. Sin embargo, la investigadora Nancy B. Reich señala que, si en algún momento hubiera tenido algún conflicto a la hora de compaginar sus tareas, nuestra protagonista seguramente habría dado prioridad a su condición de artista, por encima de su condición personal.

Un recuerdo siempre necesario

Si Clara Schumann y otras mujeres de la música, la pintura o la literatura fueron figuras destacadas en sus campos, ¿cómo es posible que, en el momento actual, en el que hemos alcanzado tantos logros, hayamos relegado sus nombres a un segundo plano? Es nuestra responsabilidad reivindicar el reconocimiento que todas estas mujeres de la historia merecen.

En este caso, más allá de la celebración del bicentenario de su nacimiento, cualquier momento es propicio para recordar la gran labor desempeñada por Clara Schumann, una de las grandes mujeres de la historia de la música.The Conversation


Virginia Sánchez Rodríguez, Profesora Doctora del área de Música de la UCLM. Miembro del Centro de Investigación y Documentación Musical (CIDoM)-Unidad Asocida al CSIC, Universidad de Castilla-La Mancha

 

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