Julio, dolor y rabia

«Fue un excelente gestor público. Tenía principios y nunca fue un doctrinario. Como alcalde, no tuvo problemas en gestionar con la oposición».

«Entendió muy pronto que el tipo de modernización capitalista que Felipe González dirigió y organizó tendría consecuencias negativas para la estructura productiva».

«Su preocupación última, la de casi siempre: no basta gobernar ni gestionar, hace falta implicación de los actores sociales, crear organización y convocar al pueblo».

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