Emilio Rodríguez Beneyto recibirá el Pero de Oro y el cariño de Galaroza

por Antonio Fernández Tristancho.

El Ayuntamiento de Galaroza va a entregar su máxima distinción institucional a Emilio Rodríguez Beneyto, quien ha sido maestro e investigador de la historia local. La distinción lleva la denominación de ‘Pero de Oro’, en alusión a la fruta que se convirtió en elemento simbólico para la localidad. Tras varios años en que no se ha concedido, en 2018 se recupera su entrega en un acto institucional que se celebrará el próximo miércoles 28 de febrero, en el Salón Las Aguas, a partir de las 13.00 horas. La cita incluye además diversas actividades, como la inauguración de un nuevo Centro Social que se ubicará en las instalaciones del antiguo consultorio, y que estará dedicado a las asociaciones del pueblo, como por ejemplo la nueva Asociación de Personas Mayores. También se ofrecerá una actuación musical, la del grupo ‘Wadi Flamenco’, y una copa de cortesía con productos gastronómicos autóctonos de Galaroza.

Emilio Rodríguez Beneyto ha sido, durante más de treinta años, profesor de matemáticas y director en el colegio Hermanos Arellano y en otros de Huelva; ha dedicado muchas horas a la investigación histórica lo cual le llevó a publicar diversos libros sobre Galaroza y estudios sobre la educación en la Sierra. Visitó asiduamente varios de los archivos más sobresalientes de España, incluidos los de la provincia onubense.  Pasó “muchas noches leyendo y copiando datos en el Archivo Parroquial de Galaroza, con la única luz de una linterna pues la habitación no poseía instalación eléctrica”, según sus propios recuerdos. De ahí nació su primer libro, ‘Aspectos históricos de Galaroza’, editado en los años ochenta del siglo pasado, que incluía el fruto inicial de sus pesquisas y un arduo trabajo de aprendizaje y síntesis de cuestiones identitarias locales. A esta publicación se sumó ‘Retorno’, repleto de fotografías comentadas de personas y costumbres cachoneras, recopiladas a lo largo de los años. Precisamente esta la afición a la fotografía le permitió recuperar miles de imágenes antiguas de los vecinos, y una de las colecciones más importantes de la comarca en este ámbito. Precisamente, uno de sus últimos servicios a Galaroza fue la donación de este archivo a la Asociación Cultural Lieva, que lo ha divulgado en exposiciones y audiovisuales.

La colección estaba compuesta por más de 4.000 fotos digitalizadas, que abarcan desde finales del siglo XIX hasta nuestros días.  Son imágenes de paisajes urbanos, de acontecimientos festivos, de costumbres y del cotidiano latido laboral de Galaroza.  A través de ellas, se puede mirar y admirar lo que fue este pueblo en los últimos cien años: sus calles y plazas con sus antiguos árboles y empedrados, la evolución del vestuario de sus vecinos según van discurriendo las modas, la sencillez y hermosura de sus fiestas, de su religiosidad, de sus vivencias y variaciones sociales y culturales según los tiempos y las etapas políticas, o los cambios físicos y tecnológicos de los juguetes que hicieron felices a nuestros padres y abuelos.

Entre ellas no sólo se encuentran copias de fotos antiguas ajenas, que fueron prestadas por vecinos del pueblo, sino también muchas fotografías realizadas por el propio Beneyto. Su afición por la fotografía comenzó a los 12 años, gracias a una máquina que le regaló su tío el cura. Aquella máquina arcaica, pero oportuna, fue semilla de su tendencia vocacional a dejar constancia de todo el acontecer del pueblo.  Su especial instinto, impropio en un niño, hizo que captara imágenes que ahora son auténticos tesoros gráficos. Posteriormente, montó en un cuarto de baño un laboratorio para mejorar, en lo posible, las copias de las fotos que recogía de los vecinos y revelar las realizadas por él.

En una entrevista periodística concedida en 1989, Rodríguez afirmó que “la fotografía es una ventana abierta al pasado, es una máquina del tiempo a la que los historiadores deberían darle mayor importancia, ya que en ella podemos estudiar la evolución urbanística de un pueblo o presenciar tradiciones desaparecidas”.

Profundamente enamorado de Galaroza pero residente en Huelva, la distancia ha evitado que se prodigue en tareas culturales en los últimos años. En este ámbito fue activo protagonista en la comarca serrana durante las décadas de los 70 y 80.  Fue uno de los fundadores de las Jornadas de Patrimonio de la Sierra, allá por 1985, cuando eran organizadas por un reducido número de románticos, que iniciaron el camino de lo que hoy es el acontecimiento cultural más importante de la zona.  En aquella época fue editor de la revista ‘Pizarrillas’, colaboró con la publicación ‘Higuera Información’, que fue referente cultural en la Sierra a mediados de los años ochenta, además de otras muchas colaboraciones en revistas prestigiosas como ‘Demófilo’, en emisoras comarcales y provinciales o en la prensa onubense, labor por la que fue propuesto para el premio Andalucía de Periodismo.

En la actualidad, se encuentra actualizando su libro ‘Aspectos históricos de Galaroza’, que va a reeditar incluyendo nuevos datos de la educación en la localidad. El volumen se presentará durante las próximas Jornadas de Patrimonio que se celebrarán en marzo en la población cachonera.

Rodríguez ha dejado huella en diversas localidades por las que ha pasado, como por ejemplo El Repilado, donde recibió el último reconocimiento público por parte de sus alumnos de esta localidad jabugueña. En un emotivo acto, numerosas personas de diversos cursos que tuvieron a este maestro le rindieron un sentido homenaje.

El Ayuntamiento de Galaroza va a entregar su máxima distinción institucional a Emilio Rodríguez Beneyto, quien ha sido maestro e investigador de la historia local. La distinción lleva la denominación de ‘Pero de Oro’, en alusión a la fruta que se convirtió en elemento simbólico para la localidad. Tras varios años en que no se ha concedido, en 2018 se recupera su entrega en un acto institucional que se celebrará el próximo miércoles 28 de febrero, en el Salón Las Aguas, a partir de las 13.00 horas. La cita incluye además diversas actividades, como la inauguración de un nuevo Centro Social que se ubicará en las instalaciones del antiguo consultorio, y que estará dedicado a las asociaciones del pueblo, como por ejemplo la nueva Asociación de Personas Mayores. También se ofrecerá una actuación musical, la del grupo ‘Wadi Flamenco’, y una copa de cortesía con productos gastronómicos autóctonos de Galaroza.

Emilio Rodríguez Beneyto ha sido, durante más de treinta años, profesor de matemáticas y director en el colegio Hermanos Arellano y en otros de Huelva; ha dedicado muchas horas a la investigación histórica lo cual le llevó a publicar diversos libros sobre Galaroza y estudios sobre la educación en la Sierra. Visitó asiduamente varios de los archivos más sobresalientes de España, incluidos los de la provincia onubense.  Pasó “muchas noches leyendo y copiando datos en el Archivo Parroquial de Galaroza, con la única luz de una linterna pues la habitación no poseía instalación eléctrica”, según sus propios recuerdos. De ahí nació su primer libro, ‘Aspectos históricos de Galaroza’, editado en los años ochenta del siglo pasado, que incluía el fruto inicial de sus pesquisas y un arduo trabajo de aprendizaje y síntesis de cuestiones identitarias locales. A esta publicación se sumó ‘Retorno’, repleto de fotografías comentadas de personas y costumbres cachoneras, recopiladas a lo largo de los años. Precisamente esta la afición a la fotografía le permitió recuperar miles de imágenes antiguas de los vecinos, y una de las colecciones más importantes de la comarca en este ámbito. Precisamente, uno de sus últimos servicios a Galaroza fue la donación de este archivo a la Asociación Cultural Lieva, que lo ha divulgado en exposiciones y audiovisuales.

Rodríguez Beneyto con el comunicador rural de La Mar de Onuba, Antonio Fernández Tristancho

La colección estaba compuesta por más de 4.000 fotos digitalizadas, que abarcan desde finales del siglo XIX hasta nuestros días.  Son imágenes de paisajes urbanos, de acontecimientos festivos, de costumbres y del cotidiano latido laboral de Galaroza.  A través de ellas, se puede mirar y admirar lo que fue este pueblo en los últimos cien años: sus calles y plazas con sus antiguos árboles y empedrados, la evolución del vestuario de sus vecinos según van discurriendo las modas, la sencillez y hermosura de sus fiestas, de su religiosidad, de sus vivencias y variaciones sociales y culturales según los tiempos y las etapas políticas, o los cambios físicos y tecnológicos de los juguetes que hicieron felices a nuestros padres y abuelos.

Entre ellas no sólo se encuentran copias de fotos antiguas ajenas, que fueron prestadas por vecinos del pueblo, sino también muchas fotografías realizadas por el propio Beneyto. Su afición por la fotografía comenzó a los 12 años, gracias a una máquina que le regaló su tío el cura. Aquella máquina arcaica, pero oportuna, fue semilla de su tendencia vocacional a dejar constancia de todo el acontecer del pueblo.  Su especial instinto, impropio en un niño, hizo que captara imágenes que ahora son auténticos tesoros gráficos. Posteriormente, montó en un cuarto de baño un laboratorio para mejorar, en lo posible, las copias de las fotos que recogía de los vecinos y revelar las realizadas por él.

En una entrevista periodística concedida en 1989, Rodríguez afirmó que “la fotografía es una ventana abierta al pasado, es una máquina del tiempo a la que los historiadores deberían darle mayor importancia, ya que en ella podemos estudiar la evolución urbanística de un pueblo o presenciar tradiciones desaparecidas”.

Profundamente enamorado de Galaroza pero residente en Huelva, la distancia ha evitado que se prodigue en tareas culturales en los últimos años. En este ámbito fue activo protagonista en la comarca serrana durante las décadas de los 70 y 80.  Fue uno de los fundadores de las Jornadas de Patrimonio de la Sierra, allá por 1985, cuando eran organizadas por un reducido número de románticos, que iniciaron el camino de lo que hoy es el acontecimiento cultural más importante de la zona.  En aquella época fue editor de la revista ‘Pizarrillas’, colaboró con la publicación ‘Higuera Información’, que fue referente cultural en la Sierra a mediados de los años ochenta, además de otras muchas colaboraciones en revistas prestigiosas como ‘Demófilo’, en emisoras comarcales y provinciales o en la prensa onubense, labor por la que fue propuesto para el premio Andalucía de Periodismo.

En la actualidad, se encuentra actualizando su libro ‘Aspectos históricos de Galaroza’, que va a reeditar incluyendo nuevos datos de la educación en la localidad. El volumen se presentará durante las próximas Jornadas de Patrimonio que se celebrarán en marzo en la población cachonera.

Rodríguez ha dejado huella en diversas localidades por las que ha pasado, como por ejemplo El Repilado, donde recibió el último reconocimiento público por parte de sus alumnos de esta localidad jabugueña. En un emotivo acto, numerosas personas de diversos cursos que tuvieron a este maestro le rindieron un sentido homenaje.

Antonio F. Tristancho, colaborador habitual de La Mar de Onuba, es un comunicador rural. Conoce cada palmo de La Sierra y lo refleja en sus reportajes y crónicas, plagadas de recuerdos y emociones. Abogado, asesor, gestor cultural, periodista, community manager y experto en turismo, entre otras experiencias, se considera, ante todo, un serrano que siempre tiene presente a su comarca y a sus gentes.
Acerca de La Mar de Onuba 5524 Artículos
Revista onubense de actualidad, cultura y debate, editada por AC LAMDO, entidad sin ánimo de lucro inscrita en el Registro de Asociaciones de Andalucía con el número 4318 de la Sección 1. - Director: Perico Echevarría - © Copyright LAMDO 2017 / ISSN 2603-817X

Sea el primero en desahogarse, comentando

Deje una respuesta

Tu dirección de correo no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.