De lo incomprensible(?) de la conducta suicida

por José Luis Pedreira Massa

La OMS ha decidido que esta año el día Internacional de las Salud Mental se dedique a la prevención de las conductas suicidas. Esta decisión es de una gran relevancia pues supone rescatar de un silencio algo que tiene una extraordinaria presencia en nuestras sociedades. No hay mayor estigma que mantener algo en el secretismo y en el silencio, por ello esta decisión de la OMS obliga a abordar el tema de la conducta suicida, a que se hable de ello en los medios de comunicación y en los foros profesionales y ciudadanos. Esta visibilidad no puede ni debe quedarse en actos de un día.

En muchos lugares piden datos, los que hay tienen la fiabilidad que tienen, pero son los que tenemos: España no es de los países que mayores tasas (7-10 por 100.000 habitantes) posee de conductas suicidas en el contexto internacional, pero no nos tiene que consolar porque los datos disponibles son de gran relevancia: tenemos unos 10 suicidios consumados al día, uno de ellos es cometido por adolescentes, se estima que debe existir unos 20 más que quedan como tentativas suicidas, por cada suicidio existen 5-7 personas del entorno que sufren el impacto de esa conducta. Estos datos confirman que los fallecimientos por conductas suicidas representan más del doble de los que acontecen por accidentes de tráfico, entre 10-13 veces más que las muertes por homicidios y 65-67 veces más que las muertes por violencia de género.

Es de importancia denominar conducta suicida, no es un mero cambio semántico, tiene una gran importancia conceptual. Hablar de suicidio parece que es un todo, un trastorno específico y no es así. El suicidio no es un trastorno, sino que es una conducta y, por lo tanto, muy variable, inespecífica y que puede acontecer en múltiples procesos subyacentes, en sujetos muy distintos y en circunstancias muy variables. De ahí la gran complejidad para identificarla y abordarla.

Otra dimensión a evaluar consiste en evitar hablar de causas del suicidio y referirnos a factores de riesgo de la conducta suicida. Tampoco es un cambio meramente semántico, sino que introduce una forma de posicionarnos frente a ese tipo de conductas, huir de determinismo para introducir la interacción de factores, tanto en la comprensión como en la elaboración de líneas de prevención y abordaje.

Hemos de aprender a ser modestos y diferenciar lo que es y lo que no es una conducta suicida, porque tiene una importancia fundamental para establecer un registro adecuado. Es decir, se deben establecer criterios de inclusión, pero también criterios de exclusión en lo que consideramos una conducta suicida. Pondremos un ejemplo, que en los casos de violencia machista el asesino se quite la vida tras el asesinato de una mujer, no debiera considerarse como un suicidio.

La gran pregunta que muchos de los familiares de personas que han cometido conductas suicidas es “porqué” lo ha hecho. Sin embargo no tiene un gran interés, el verdadero interés se sitúa en “para qué” una persona realiza una conducta suicida. Este aspecto funcional es de capital importancia, así nos llama hacia la empatía con el sujeto que comete ese tipo de conductas tan drásticas con su propia vida. El contenido fundamental que subyace en estas personas es un gran dolor interno, un dolor psicológico de una gran intensidad y de gran potencia, un dolor que sobrepasa, con mucho, al dolor físico ya que no existe analgésico que lo combata. De hecho, supervivientes de conductas suicidas señalan como la búsqueda para solucionar ese dolor como el motivo fundamental apara llevar a cabo la conducta suicida.

La posición empática frente a ese dolor interno nos puede hacer comprender el sentimiento de desesperanza, la dificultad para encontrar una salida menos traumática y el profundo sentimiento de soledad que embarga en un momento dado a la persona que comete un acto suicidario. Si estas circunstancias interaccionan con algunas características individuales de personalidad, como la baja tolerancia a la frustración, una angustia profunda, la dificultad para elaborar un momento o una circunstancia concreta, el impulso de realizar algo con inmediatez y buscar una solución rápida y todo ello en el caldo de cultivo de distorsiones cognitivas acerca de lo que acontece y le sucede, con o sin un trastorno mental subyacente.

Lo que solemos identificar no son causas, sino factores desencadenantes o precipitantes, son la gota que colma el vaso, pero para que esa gota derrame el agua del vaso, se precisa que ese vaso se encuentre lleno y es la gota que desborda ese volumen y esa gota cae en un momento determinado que desestabiliza la tensión superficial del contenido de ese recipiente, representa la gota de más justa y en ese momento preciso, en ese recipiente que se encuentra lleno.

También sabemos que existen factores de protección, que la OMS les denomina “rescatadores”, que tienen una gran importancia y trascendencia. Uno de ellos es el denominado “Teléfono” y que se solicita que sea de tres cifras, gratuito y único para todo el Estado. El teléfono es necesario, pero… hay que definirlo muy bien: el teléfono no es curativo, no es el tratamiento, es un “rescatador” y luego debemos darle contenido. Debe funcionar las 24h del día, el personal debe estar muy entrenado para saber escuchar y para establecer pautas de contención, debe saber circular la información hacia los servicios de emergencia y urgencia sanitaria para que acudan allí donde está el sujeto, debe saber derivar hacia servicios especializados para que se establezca la continuidad asistencial, el tratamiento y el seguimiento de forma pertinentes y por el personal adecuado y lo más rápido posible. El teléfono no es tratamiento, lo deben tener claro, incluidos los trabajadores que desempeñen esta labor.

Saber abordar a las amistades y familiares es de suma importancia, por los sentimientos de culpa que sobrenadan en todos ellos y porque el duelo reviste unas características muy particulares de intensidad y duración. En muchas ocasiones son experiencias francamente devastadoras emocionalmente, necesitando apoyo profesional a medio y largo plazo.

Dificultar la accesibilidad a medios potencialmente letales, proteger y guardar los fármacos de forma adecuada, limitar el acceso a armas de fuego, poner mamparas protectoras para evitar la precipitación desde alturas públicas. Bien es cierto que no se puede proteger de todos los medios ni la protección podría ser completa, pero por el mero hecho de dificultar la accesibilidad a estos objetos letales se ha comprobado que disminuye la comisión de conductas suicidas.

Debemos ser sensibles a detectar la ideación suicida de alguien, cuando una persona formula este tipo de ideas debemos saber escuchar y conocer que es el primer escalón de la conducta suicida. Además nos posibilita desmontar los mitos y creencias acerca de la conducta suicida.

Es muy importante que las figuras parentales conozcan que en internet y en las redes (in)sociales existen grupos y páginas que estimulan la conducta suicida y que difunden medios para llevarla a cabo, incluso en páginas que se titulan como “Matarte sin dolor”. De igual forma el uso y abuso de las redes pueden tener factores de riesgo específicos, cual es el caso del ciberacoso en la adolescencia o en la población LGTBI que sufre agresiones LGTBIfóbicas por estas vía.

En esta semana he tenido la oportunidad profesional de reunirme con medios de comunicación para abordar su función en la prevención de las conductas suicidas. Sabemos que la función de los medios de comunicación es informar, pero si la información se ajusta a la realidad, se hace con rigor teórico y metodológico, se evita el alarmismo, se evita informar acerca de cosas escabrosas (medios utilizados, características personales del sujeto,…), es decir, si la información aportada es de calidad y seria, entonces se favorece la comprensión de lo que se informa y este mecanismo de comprensión constituye parte integrante de la prevención.

El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, con su Ministra al frente, ha tomado el liderazgo de esta situación y nos ha convocado a profesionales sanitarios, profesionales del periodismo y asociaciones ciudadanas de afectados para abordar una estrategia consensuada en este campo y que se contemple, de forma específica, en la inminente estrategia de Salud Mental. Ese es el camino, porque es una labor de todos los estamentos sociales, administrativos, políticos, profesionales y ciudadanos.

Gracias Ministra por esta decisión y determinación. Los días de prevención de la conducta suicida son los 365 días del año.


José Luis Pedreira Massa, el "Don Galimatías" de La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).

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