De cuando tengo que escribir a don M. Rajoy

por José Luis Pedreira Massa
por José Luis Pedreira Massa.

Sr. M. Rajoy:

Me dirijo a Vd. con respeto y serenidad, verá soy un ciudadano de a pié de este país, el paso del tiempo cargado de vivencias y experiencias han ido plateando mis sienes. Han pasado los años de trabajo y muchas cosas más, pero aún tengo ánimo y ganas para seguir en esta vida.

Me he decidido a escribirle, con respeto y serenidad, porque ambas cosas no han dimanado de responsables de su gobierno y de su entorno político hacia las personas de mi generación. No nos han tenido respeto, quienes nos culpan de vivir más de la cuenta o quienes nos dicen que nuestras pensiones no han perdido poder adquisitivo. No han tenido serenidad, quienes dicen las cosas que dicen para justificar la política de su ideología tan cercana con la clase dominante. No han tenido respeto ni serenidad para menoscabar a cerca de 4 millones de votantes, más o menos los que les han votado del colectivo de pensionistas y que, con todo el respeto, espero que se lo replanteen y no lo vuelvan a hacer nunca jamás.

Pertenezco a ese colectivo de personas con sienes plateadas que en sus años mozos salimos a la calle para pedir pan, trabajo y libertad. Soy de ese colectivo que en la Universidad nos agrupamos para luchar por las libertades ciudadanas y sufrimos las cargas de los grises, la soledad de los duros interrogatorios en las detenciones con maltratos y torturas. Soy de ese colectivo que en los primeros trabajos nos organizamos como trabajadores en los sindicatos de la clandestinidad. Soy del grupo que una fría noche de enero lloramos porque una banda de asesinos mataba a unos compañeros en Atocha por cometer el delito de defender a los trabajadores. Sí, sr M. Rajoy, soy de los que luchamos porque hubiera una transición en la que los que más cedimos fuimos nosotros, en aras a abrir una nueva convivencia en la que los de su mundo no creían y luego dieron por zanjado. Soy de ese grupo que vio surgir los servicios del denominado Estado del Bienestar, porque en el Pacto de la Moncloa se ofertó un salario social para atajar la crisis de entonces y ese salario social se ofrecía a cambio de la renuncia a unos sueldos equiparables a los países de nuestro entorno. Soy de ese grupo de ciudadanos que pasamos miedo en la noche del 23 de febrero de 1981, por la amenaza de retroceso de un grupo de Herodes que querían decapitar a un bebé que apenas había nacido. Soy de ese grupo que luchó por conseguir derechos para la clase trabajadora, el mejor resultado fue lograr que los hijos de las clases populares llegaran a la universidad, a estudiar y que hubiera becas para hacerlo. Soy de ese grupo de personas que trabajó en y para tener una sanidad pública universal y de calidad. Soy de ese grupo que lloró de emoción y con ilusión en octubre de 1982 con la holgada victoria de la izquierda. Soy del grupo que convivió largos años con el terrorismo asesino de ETA y que luego se esperanzó con su final.

Pero también soy del grupo que nos callamos ante la decepción de tener que ver cómo la izquierda debía arreglar las desfeitas (¿recuerda esta palabra gallega, Sr. M. Rajoy?) de las gentes como Vd. Soy de ese grupo que veía crecer a sus hijos con ideas de tranquilidad y no querían seguir luchando, querían vivir y disfrutar. Soy de los que pasó a ser un “revolucionario un poco acomodado de salón y tertulia”. Soy de los que firmaba declaraciones, siendo la única movilización a la que accedía. Soy de aquellos que nos enamoramos perdidamente y el paso del tiempo hizo que ese amor se gastara, no sé si de tanto usarlo o de usarlo menos de lo debido. Soy del grupo que nos desperezamos con un grito de «NO a la guerra» y «Nunca mais» para luego exigirles que queríamos saber antes de votar cuando hubo atentados masivos. Soy de ese grupo al que se le vino encima el poder de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, viendo como los hijos nos hacían una pasada a gran velocidad. Soy de ese grupo que vimos un renacer artístico del cine, de la novela y de la música en este país donde los poderes públicos siguen sin enterarse del mundo de la cultura y de la ciencia. Soy del grupo que ha visto como las mujeres reclamaban lo que en justicia les correspondía y de la emergencia de la crueldad de la violencia machista. Soy también de esos que piensan que no todos los políticos son iguales, como muestra basta ver quiénes levantaron el Estado del Bienestar y quiénes, como Vds., lo están liquidando. También pertenezco al grupo de los que quieren que les juzguen por su corrupción. No quiero que de los 8 millones de pensionistas les voten 4 millones, porque desconozcan que Vds. liquidaron la hucha de las pensiones, que salvaron a los bancos y a las autopistas y no cobran impuestos ni IBI a la iglesia católica. Como ve todo es muy cansino, mientras nos dicen que somos molestas las personas.

Luego, a nuestros postreros días de vida laboral aparece una crisis que nos hemos de comer con la llegada de Vds. al poder. Su llegada ha sido hace 7 años y, desde entonces, ha primado la tijera de podar. Han recortado derechos ciudadanos y libertades, han limitado la libertad de expresión, han recortado servicios públicos de sanidad, de educación, de dependencia, de justicia y de ayudas sociales. Se han comportado como un elefante en una cacharrería, con prepotencia y soberbia han ido contra los más débiles, sí Sr. M. Rajoy, han ido contra los más débiles consiguiendo que los pobres fueran más pobres y que los ricos ganaran más, incluso en la crisis. Vd., Sr. M. Rajoy, ha conseguido que existan trabajadores que trabajan pero que sean pobres y que la pobreza infantil alcance cimas inimaginables en una sociedad justa.

Ahora, Sr. M. Rajoy, soy de ese grupo al que su camarilla se ha lanzado a insultarnos, a mandarnos una carta de anuncia de un incremento del 0,25% de las pensiones y donde se jacta de hacerlo. Además nos sacude con amenazas veladas, de momento de haberse liquidado la caja de las pensiones y, por lo tanto, de lanzarnos hacia unas pensiones privadas, lejos de lo que estamos financiando entre todos.

Así que con nuestras sienes blanqueadas o nuestras cabezas peladas por la caída de nuestro cabello, hemos despertado, hemos vuelto a salir a la calle. Nos quisieron parar y tuvimos empuje y decisión para romper la barrera policial. Al final no se atrevieron a cargar, lo que tenían enfrente no éramos más que viejos y viejas decididos. No hubieran podido aguantar la carga de la brigada zoidal por la gran desproporción y Vds. no hubieran podido digerir otro espectáculo de carga contra gente sencilla, vieja y desarmada. Lo que no esperaban es que en Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla se alzara una marea de personas mayores decididas, que ya saben lo que es manifestarse en condiciones poco favorables. Verá, Sr. M. Rajoy, allí estábamos diciendo a nuestros hijos y a nuestros nietos que luchando por nuestra dignidad, estábamos luchando por los derechos de ellos, por su dignidad de trabajadores y por la dignidad de envejecer después de haber trabajado.

La solución que vd y los suyos, Sr. M. Rajoy, nos aportan de pensiones privadas y trabajar hasta que los años nos desprendan la carne de los huesos es inhumana e indigna.

Ya hemos luchado una vez, ahora estamos dispuestos a volver a hacerlo. Los adversarios son los mismos. Los motivos son similares. Las fuerzas nos debilitan, pero estaremos hasta donde podamos porque es de justicia. Nos gustaría que dijera a sus secuaces que fueran más serenos en las declaraciones y que nos trataran con el respeto y la dignidad de dirigirse a personas mayores curtidas en unas cuantas batallas. Estos viejos que Vds. dieron por muertos, bien vivos que estamos.

Le voy a ser sincero, una vez más, no quiero que ni vd ni los suyos vuelva a ganar unas elecciones. La sensibilidad, la dignidad y el respeto de su grupo destacan por la ausencia de estos dones y virtudes.

Le solicito que busque sensibilidad hacia la situación de estos viejetes y luchadores, que nos traten con respeto a las canas y con dignidad por nuestra historia ciudadana, más limpia que las suyas de pasada.

Me despido de vd, así sin fórmula de cortesía. Hoy no es acreedor de ella.

J.L. Pedreira Massa, colaborador de La Mar de Onuba es psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia y profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia UNED

 

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