De aventuras vikingas y otras martingalas

por José Luis Pedreira Massa

 

Lunes, 9 de agosto de 2021. Han sido más de diez y ocho meses de pandemia, afrontar esta situación nos ha agotado a casi todos. Han sido fechas de datos, de alarmismos, de tranquilizaciones más o menos insuficientes, de normas que nos encrespaban en ocasiones, de crispaciones políticas insensatas por parte de sectores muy determinados del espectro político. Así emergía un desgaste social e individual que ha venido en denominarse como: ”fatiga pandémica”, por la propia OMS. Así circulaba el tiempo con una identidad propia.

El cuso había sido duro para mi hija Sara, así que decidimos hacer algo novedoso y que nos permitiera irnos lejos y disfrutar. Buscar una cultura diferente y aprender cosas nuevas. Buscando en las ofertas, encontramos una que nos satisfizo sobremanera: Noruega.

La preparación del viaje representa un espacio de compartir opiniones, ideas, posibilidades a desarrollar. Era algo más de una semana y decidimos alquilar un coche, ir a ver los fiordos. Aún teníamos días y decidimos que un día lo dedicaríamos a ver Estokolm y otro día para visitar Copenhagem. Estábamos encantados, con una gran ilusión.

Las noticias de la pandemia no eran tranquilizadoras. En España se incrementaba la tasa de incidencia acumulada. Sectores determinados de población hacían cosas indebidas y las normas se cumplían de forma irregular. Trascendía que España era un erial donde se trasgredían las normas: botellones, personas en aglomeraciones de copas y sin mascarilla, juergas y desmadre. Lecturas muy dispares, pero España se iba trasformando en un país de altísimo riesgo.

Llegó el día: 01.08.2021, hacer el check-in on line fue imposible, algo pasaba. Yo tenía mi pasaporte covid, con toda la vacunación cumplida desde hace meses. Sara tenía una primera dosis de la vacuna y dos pruebas de antígenos negativas. Pero 24h antes de salir se requería no la negatividad a 72h, sino a 24h. Buscamos un laboratorio de urgencia, era sábado tarde… Solo quedaba ir a las 2h de la madrugada a la T-4 del aeropuerto de Barajas. Tremenda espera, pues a las 2h de madrugada ya había cola. Tras más de una hora de espera, realizada la prueba y resultado negativo. A correr para embarcar.

Al llegar al aeropuerto de Oslo a mí me dirigen hacia una cola, la de los vacunados. A Sara la dirigen a otra cola, la de los que no tienen la vacuna. El resultado de los test negativos por tres ocasiones en los últimos tres días, el último resultado negativo es de apenas unas 8h antes de la llegada a la capital Noruega.

Aquí se inicia una forma de actuar que no tiene nada que ver con lo que acontecía en España.

Paso a una zona inhóspita de espera. Nadie me informa de nada. Espero haciendo gala de mi proverbial paciencia. Pasan las horas. Al cabo de unas tres horas, pregunto al personal del aeropuerto, me dicen que están en una zona con la Policía, que no pueden hacer nada y que me informarán.

Que tenga paciencia no implica que no me ponga en marcha. Buscando en la red encuentro un teléfono del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (MAEC) para informar sobre el Covid, concretamente en Noruega. La recepción es amable y cordial, la información pulcra y bien fundamentada y articulada. Su información fue valiosa: desde esa misma mañana, España había pasado al nivel máximo de riesgo y, por lo tanto se restringía la entrada de españoles, solamente pueden pasar las personas que tienen el pasaporte covid europeo en regla. Por lo tanto Sara no podría pasar a Noruega libremente, pero tampoco la repatrían al momento. La llevarían a un hotel de cuarentena y solicitarían al Ministerio del Interior de España la autorización para el retorno, este trámite dura unos tres días como mínimo, una vez solventada la autorización de retorno, la policía gestiona la vuelta lo que dura, al menos, otros 2-3 días. En total entre 7-10 días.

En definitiva, nuestro viaje programado se había visto truncado. El covid había paralizado su desarrollo, una acción colateral más. Creo que tendría que pensarlo.

Por fin, me llega una información directa: Van a llevar a las personas que no pueden entrar en Noruega a un hotel concreto, donde van a pasar la cuarentena. Me dan el nombre del hotel, me dirigen aun taxi y ya estoy en ruta. Una media hora después me llama Sara para que le entregue su equipaje, está en un ala especial del hotel. Yo tomo una habitación en la parte no confinada del hotel. Entrego a Sara su equipaje y me dice que la policía noruega le ha requisado el pasaporte y que no les aportan una información detallada, que se tienen que quedar en el hotel, que no pueden salir y que les informarán de cuándo se hace la vuelta a España.

A mi memoria vinieron las escenas esperpénticas de los hoteles de los viajes fin de estudios de Palma de Mallorca y las estupideces que decían algunas figuras parentales de esos jóvenes, se hablaba de rapto, de retención ilegal, pero no, no era eso, era una medida epidemiológica y de salud pública, en definitiva, sanitaria y tiene un nombre concreto: cuarentena.

Frente a la intervención sanitaria y con criterio epidemiológico científico, en España prima la epidemiología de mesa comilla y tertulia televisiva, llena de simplificación y buscando explicaciones lineales y actuaciones inmediatas. En España aún tenemos otro grupo de epidemiólogos: los “epidemiólogos togados”, que interpretan las normas sanitarias de salud pública en base a su criterio ideológico, entonces aparecen sentencias disparatadas y contradictorias donde lo que menos importa es el criterio epidemiológico, el resultado no se hace esperar: nueva oleada de contagios y España pasa a estar en el lugar de sumo peligro de contagio.

La Delegada del Gobierno siguió el caso y me preguntaba por la evolución de la situación. La policía noruega no decía más de lo justo, es decir, casi nada. Sara en su ala de cuarentena. Yo en la parte pública del hotel.

Al tercer día, el miércoles, la policía noruega avisa que al día siguiente se vuelve a España vía Frankfurt. Yo tengo que negociar con mi línea aérea el retorno, que será vía Amsterdam. Conseguido. A Sara le entregan el pasaporte en el mismo aeropuerto.

Reducir el plazo de 7-10 días a 3-4 días, estoy seguro, que alguien ayudó cumpliendo fielmente los principios legales y las normativas existentes. Gracias a quien así lo hizo.

Sea lo que sea, la pandemia no es algo de broma, es algo serio y tiene sus criterios que se deben cumplir si se quiere reducir la diseminación, la transmisión del virus. Los criterios deben ser estrictamente sanitarios y emplear la terminología adecuada. La protección es la cuarentena, esta acción no es confinamiento ni retención ilegal, que quede claro a esos voxiferantes y negacionistas diversos.

Aún nos queda mucha educación cívica y social por desarrollar hasta llegar a esta aventura vikinga que dio al traste con nuestras vacaciones, pero pudimos aprender lo que era, en vivo y en directo, la aplicación de criterios sanitarios por encima de los meramente economicistas. Comprobamos que la libertad consiste en el respeto máximo al bien común, porque mi libertad se acaba donde se inicia la libertad del otro. La libertad no es una mera palabra repetida sin sentido ni criterio, la libertad es un concepto muy importante para ser nombrado por algunas bocas que la denigran con su mera enunciación. Los que agitan la palabra libertad luego se oponen a las leyes que defienden y se basan en la libertad individual, como la del divorcio, a la del aborto, o la del matrimonio igualitario, o la de la eutanasia. Increíble, pero cierto.

Así supimos lo que era la cuarentena en Noruega.

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