Ayuso Superstar

por Carlos Ventura

 

 

Como buen ‘medio millennial ’, lo primero que hago cada mañana al abrir los ojos es entrar en Twitter.

En la red del pajarito azul, Isabel Díaz Ayuso es la protagonista indiscutible.

Desde que comenzase la semana hasta el momento en el que escribo esta mi columna, he pensado mucho en la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Tiene algo que me aterroriza y me encanta al mismo tiempo.

No entiendo cómo puede ser tan kamikaze y disfrutar siéndolo, no entiendo cómo puede tener respuesta para todo y quedarse tan pancha soltando lo que se le pasa por la cabeza. Todo lo que hace o dice es blanco de críticas. La ponen a caer de un burro y Ayuso, como la estrella que es, se levanta sin despeinarse y continúa feliz. Para ella, al igual que para Freddie Mercury, show must go on.

Domingo. Portada de El Mundo. Ayuso. No quepo en mí del asombro.

La presidenta, en un nuevo alarde de divismo supremo, se presta a ser retratada por el fotógrafo Carlos García Pozo como si fuera una protagonista más de La casa de Bernarda Alba.

Fondo negro, traje negro, un recogido a medio gas y una cara que me recuerda, inevitablemente, al Ecce Homo de Cecilia. Ecce Ayuso, me hallo maravillado.

Las fotos son impagables. Mientras más las observo, más seguro estoy de que pasarán a la historia de España por lo esperpéntico, hipnótico y surrealista de la sesión. Tiene hasta tintes de diversión.

«Isabel Díaz Ayuso, queridos amigos y amigas, es una superstar. Como Jesucristo, igualita»

Isabel es la viva estampa de la Fase 4 del paroxismo y, además, se muestra en todas sus facetas: Ayuso insinuante, Ayuso desafiante, Sad Ayuso, Ayuso nuestra señora de los Dolores, Ayuso haciendo ‘el crusaíto’ como Chikilicuatre en Eurovisión, Ayuso en pleno viaje astral…

Ahora, no podré evitar mirarme al espejo por las mañanas y preguntarme: ¿Qué Ayuso eres hoy?.

Isabel Díaz Ayuso, queridos amigos y amigas, es una superstar. Como Jesucristo, igualita.

Me he estado planteando muy seriamente empezar a llamarle, desde este punto de la columna, Divabel, pero como nuestra relación está aún en la Fase 0 de amistad, continuaré llamándola por su nombre hasta que la señora presidenta me llame y decida invitarme a un café. O a lo que sea que tome ella. Con Ayuso Superstar nunca se sabe. Esa es su magia.

He llegado a la conclusión de que la líder popular se ha confundido de profesión. Ella tiene tantísimos registros que está absolutamente desaprovechada.

Díaz Ayuso ha nacido para ser una estrella de la televisión, lo que pasa es que todavía no se ha dado cuenta.

Ayuso es una mujer performática. Ella es la creadora – también sin saberlo – de una corriente a la que yo he denominado el polifacetismo ilustrado.

La vida de la presidenta es una performance constante. Ella dice y desdice a su antojo, su naturalidad y eclecticismo hacen que la próxima celebrity española nos regale frases de tan profundo calado como “todos los días hay atropellos y no por eso prohíbes los coches”, o como cuando se pregunta si “¿Cada vez que tenga una propuesta tengo que someterme al escrutinio público como si estuviera en Saber y Ganar ?”.

«Díaz Ayuso ha nacido para ser una estrella de la televisión, lo que pasa es que todavía no se ha dado cuenta»

Sus pensamientos son de altísimo calibre, por eso, el resto de los mortales que no estamos a la altura de una deidad como Miss Ayuso, somos incapaces de entender su trasfondo.

Además, antes de pasar a mi reflexión, recordemos que los registros de Isabel son tan amplios e inabarcables que incluso ha llegado a mimetizarse con un perro.

Por todo esto, y muchas cosas más, tengo cada día más claro que Díaz Ayuso tiene la obligación moral y social de ser el próximo fichaje estrella de la nueva edición de Supervivientes.

Me imagino la situación y lo único que puedo ver es oro televisivo.

España se quedaría pegada al televisor mientras Ayuso cuenta, en su vídeo de presentación, como todos sus compañeros de partido la animaron a adentrarse en esta aventura. Ella, con su desparpajo y desenfadado estilo, desvelaría el mensaje que le enviará el presidente de los populares, Pablo Casado. “Isabel, sé fuerte”.

Mataría por ver como Mediaset le cambia el nombre a los Cayos Cochinos y Cayo Paloma por la Isla A y la Isla B, y Ayuso, sin pensárselo dos veces diría: “Yo, Jorge Javier, creo que me da mejor vibración la B”. Ole, ole y ole los caracoles. Las carcajadas del presentador se escucharían hasta en Honduras.

¿Y qué me dicen de esa extraordinaria imagen de Ayuso Superstar tirándose del helicóptero dedicándole el salto a “mi Bego Villacís, a Esperanza  y a todos los que han apostado por mí para que viva esta experiencia”?

Otra de las maravillas con las que podría sorprendernos la productora del reality es cambiando las recompensas del programa. Por ejemplo: Ayuso gana una prueba y Vázquez le diría desde plató, “Isabel, tu premio por superar esta prueba será una pizza calentita”. La cara de Ayuso en ese momento serviría, una vez más, para ilustrar las emociones de miles de españoles y tuiteros sedientos de nuevos memes para reclutar.

Ayuso conseguiría una imagen tan blanca que volvería a España como una nueva diva y su entrevista en plató, con la sagacidad del presentador, sería canela en rama. Estoy seguro, además, de que España le perdonaría todo hasta el punto de hacerla ganadora.

Sin embargo, a ella, acostumbrada a llevárselo todo por delante, esta victoria le resultará algo habitual y se irá del plató como mismo llegó, deseando volver a su residencia habitual en la que, seguro, estará perfectamente cuidada.

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