Algarabía y erotismo en la centenaria fiesta de ‘Los Jarritos’ de Galaroza

  • Cada 6 de Septiembre, los cachoneros salen a la calle a agradecer la fortuna de ser un pueblo de aguas.

  • Las formas de los cuerpos mojados volverán a adueñarse de las calles en una fiesta plagada de claves etnográficas.

Convertida en la fiesta acuática más cultural de Andalucía, esta celebración rinde homenaje a la riqueza de aguas del término municipal cachonero

Aún en tiempos de sequía, en Galaroza pueden disfrutar durante muchos días la hermosa visión de las aguas corriendo por sus calles, como antaño, como cuando docenas de barrancos y arroyos surcaban las alfombras empedradas que componen el viario urbano de la localidad. La quietud y la tranquilidad contemplativa dan paso en muchas ocasiones a la algarabía de los más pequeños, deseosos de mojarse en las regaderas. Todos, incluso los mayores, sienten la atracción de esas aguas para, volviendo a la niñez de las sandalias de goma, sumergir los pies en ellas.

En Galaroza, la importancia del agua no se cifra exclusivamente en este disfrute emocional, sino que forma elemento esencial de la identidad local. Los cachoneros perciben este líquido como parte de su idiosincrasia. Así lo reconocía el historiador y viajero Amador de los Ríos, quien en 1891 llegó a escribir que el valle de Galaroza le parecía “como un deleitable oasis, en medio de aquella naturaleza abrupta llena de colinas y de montañas que parecen no tener término”.

Yendo aún más lejos, existe una entrañable leyenda que alude al presunto topónimo del pueblo en su fundación y en la que el agua está presente de forma palpable. Recogida por el gran escritor serrano José Andrés Vázquez en 1930, construye un maravilloso cuento en el que un príncipe Ysmail, encontrándose de caza por el valle de Galaroza, habría vislumbrado entre los frescos y densos bosques de castaños, una preciosa doncella de la cual se enamoraría perdidamente; mas cuando volvió a buscarla, no halló de ella rastro alguno, quedando el propio príncipe perdido para siempre entre la frondosidad, la fragancia y las aguas del valle. El nombre que su padre otorgara a este lugar es Al-Aroza, que significaba Valle de la Deseada. La interpretación metafórica de la leyenda, nos hace dudar sobre el objeto del deseo, apareciendo las aguas con un marcado matiz femenino que impregnará para siempre cada lugar de la zona que nos ocupa.

Este matiz femenino, el de las aguas y sus símbolos eróticos, es uno de los que se pone de manifiesto cada 6 de Septiembre, cuando cada cachonero sale a la calle a disfrutar, a rendir homenaje al agua, a agradecer la fortuna de ser un pueblo de aguas, a convivir con todos los vecinos y a recibir a los visitantes con la hospitalidad y el cariño que sólo los cachoneros saben mostrar. Tales son las virtudes de estas gentes: agradecimiento, amistad, convivencia, ingenio, hospitalidad, alegría de vivir.

La gran mojada de Galaroza es más que centenaria, atesora matices culturales, medioambientales, eróticos y festivos. Todo ello la cualifica en el calendario español con más arraigo y tradición que cualquier otra. Los Jarritos refleja la riqueza de aguas de este pueblo y resulta un homenaje de sus habitantes a todo cuanto el agua les ha dado. Conmemora el paso de los alfareros extremeños por Galaroza, el día 6, camino de la romería de La Peña de Arias Montano, que se celebra dos días después. En ese momento en que los de Salvatierra de los Barros pasaban por el pueblo serrano, los vecinos aprovechaban para aprovisionarse de cacharros que iban a probar a la Fuente de Doce Caños, comenzando la fiesta entre bromas y situaciones de complicidad.

Es una de las fiestas ecológicas que podemos encontrar en la sierra, ligada en esta ocasión a las aguas que movieron molinos y fábricas de luz y que inundaron las lievas que llegan a las huertas y frutales serranos. Junto a este componente, se disfruta de la algarabía de pequeños y mayores, la intención de algunos por mantener la tradición del piporro, las reuniones de amigos alrededor de una copa, la incesante búsqueda de gentes que bajen secos y, sobre todo, el grito constante. El grito de “¡¡¡Aguaaa…!”, que no deja de sonar en todo el día advirtiendo de las intenciones del personal, y que simboliza la mojada en toda su grandeza.

El matiz erótico antes esbozado es evidente. Las formas de los cuerpos mojados volverán a adueñarse de las calles de este pueblo que celebra una fiesta plagada de claves etnográficas. Resulta la única fiesta erótica que se celebra al aire libre y con el concurso de todos sus participantes. Esto, dicho así, puede parecer brusco, pero a cualquiera que hay vivido algún año la fiesta, le parecerá habitual que la sensualidad lo inunde todo. La insinuación, las transparencias, los desnudos entreverados, apenas adivinados tras la húmeda y breve indumentaria, la inmersión de los más y las más hermosas en el pilar o la Fuente, son estampas que se repiten año tras año desde hace décadas, y que consiguen una especial complicidad de muchachas y muchachos. Fueron estos ingredientes los que provocaron su prohibición durante algunas fases de la dictadura franquista, la que conllevó algún intento baldío de reglamentación y la que contribuye a su difusión incluso fuera de nuestras fronteras. Un significado libertario magistralmente captado en un poema del querido y recordado Julio Beneyto, viejo profesor de tantas generaciones de cachoneros:

Deja que vista, madre,

los trapos viejos,

que hoy son los Jarritos

y habrá jaleo.

Me persigue un moreno

con ansias locas,

y, si salgo a la plaza,

ése me moja.

Y como el mozo es terco

hay que dejarle,

pues le gusta al muchacho

mojar mi talle.

Y si te digo, madre,

que yo lo quiero…

dejaré que me moje

todo mi cuerpo.

<strong>La gran mojada, el jueves entre las 9,00 y las 15,00 horas</strong>
'La gran mojada', que tendrá lugar el próximo jueves entre las 9,00 y las 15,00 horas por toda Galaroza (aunque destaca la fuente de los Doce Caños), se remonta al siglo XIX, e incluso alguna leyenda la sitúa antes. Desde primeras horas del día, los jóvenes salen a mojar a todo el mundo, para concentrarse posteriormente en Los Álamos, al lado de la fuente. Allí continuará la fiesta hasta primeras horas de la tarde, para continuarla posteriormente, ya de forma mucho más relajada, en los frondosos campos que rodean la población.